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29.1.04

¿Quién dijo que escribir es glamoroso?

El personaje de este cuento está muy intranquilo. Sentado, muy sentado, mira hacia arriba, hacia abajo, se examina las uñas, mueve la pierna compulsivamente un par de veces. Se levanta, camina, piensa en cualquier cosa, va al baño, se mira las uñas otra vez, piensa en comer algo, fuma y se arrepiente porque quiere dejarlo. Está intranquilo porque quiere decir algo y no sabe cómo hacerlo, por eso se rasca, tose, estornuda y se suena, se talla los ojos, masca un chicle sin sabor por horas. Luego muerde un clip, deja de verse las uñas y empieza a comérselas, llama a algún amigo o amiga, lo (la) interrumpe en su oficina porque, claro, todos trabajan; recuerda el cuerpo de alguna mujer, aunque no tenga más de tres de dónde elegir recordar, y después se tumba en la cama antes de decidir poner un poco de música para llevar el ritmo, al menos. Está solo, muy solo, en ropa interior, en un cuarto lleno de humo y con ropa y pedazos de papel esparcidos por el piso frío, con un desorden tan exacto que merecería el adjetivo de meticuloso; no hay nada en su refrigerador, mas que un pedazo de queso viejo, y no hay nada en su alacena, excepto una lata de elotitos que no le gustan y debe estar ya caducada. Fuera de su casa el tráfico ruge (lento, amargo animal), el cielo es gris, la hora es indefinida, podría ser mañana, o tarde, o nunca. Y no puede escribir. Tiene en la punta de los dedos una historia exquisita, un desarrollo de la prosa con matices de verso que lo asombraría hasta a él mismo, páginas enteras como metáforas nuevas y universales, palabras que cambian vidas al contacto secuencial de los ojos. Pero nada existirá si no se pone a hacerlo, y no puede. Se siente incapaz de escribir cualquier cosa, menos aún algo siquiera bueno, en medio del horror. Que lástima que no haya nadie para decirle al personaje de este cuento que escribir es el oficio menos glamoroso, menos reconocido y más solitario que existe, porque de esta forma, tal y como el personaje nunca empezará a escribir, este cuento debe quedarse así, sin final.

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