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22.3.07

no, no, no, no y no y no y no

Resumen de la semana (todos los díalogos salieron de mi boca):

  • No, todavía no está listo su pago. Qué pena. ¿Me puede llamar la semana que entra?
  • No, su prueba de traducción no cumple con nuestros estándares, lo siento mucho. ¿No quiere volver a intentarlo en unos seis meses cuando su comprensión del idioma haya mejorado?
  • No, la obra que usted presentó no cumple con los requisitos del programa de esta casa editorial. Le agradecemos su interés.
  • No, no le puedo dejar de descontar los impuestos, disculpe usted. Son las reglas.
  • No, lo necesito para el fin de esta semana, ya no podemos dar más prórrogas. Hace meses que su contrato está ya vencido.
  • No, su pago aún no sale. Ya sé que se le debe el pago desde finales de noviembre, pero está fuera de mis manos porque es un problema presupuestal. Sí, yo sé.
  • No, no hay nadie más con quien pueda hablar.

Lo gracioso es que, efectivamente, cuando yo era estudiante pensaba que la gente que se la pasaba diciendo que no en el lugar en el que estoy yo, lo hacía por el gusto macabro de hacer sentir menos a los demás. Ahora me doy cuenta de que una buena parte del buen fluir de las relaciones no solo laborales, sino humanas, consiste en saber decir que no, constantemente y con gracia.

Cómo no.

14.3.07

un regalito

Tip:

Si le compran sus boletos al "amo del boleto" y deciden que será mejor idea imprimirlos en su propia impresora, recibirán un PDF con los "boletos" y un cargo por 28 pesos por el derecho de usar su propia tinta (además del cargo de 80 pesos por boleto). ¿Cómo sentir que en verdad te dan algo por tu dinero y no sólo que te están robando?

Muy fácil: con este PDF pueden imprimir los boletos-PDF las veces que quieran (claro que cada uno tiene su código de barras doble para impedir que el mismo boleto se use dos veces y más de una persona entre con el mismo boleto). Pero ustedes no quieren usar el mismo boleto dos veces, sino simplemente un lugar mejor con ese mismo boleto, ¿cierto? Por ejemplo, en el caso de que haya entradas Generales A y B, pues uno compra la entrada B que sale 300 pesos más barata, y abre sus boletos-PDF en Photoshop, cambia con letra Courier la entrada de General B a General A y el precio del boleto, e imprime la versión buena y la modificada. Hasta ahí lo difícil.

Luego van al concierto con la copia buena y la copia mala, usan la buena para accesar al recinto del concierto (y dejando tranquilamente que escaneen el código de barras) y luego sacan la copia modificada cuando ya entran a la sección en la que quieren estar, mas no para la que pagaron. Entonces resulta ser que los que permiten la entrada a las secciones ya no traen scanner, sólo leen el precio del boleto contra la sección, le cortan una esquina a sus hojitas de papel, los dejan pasar y nadie vuelve a preguntar nada.

Enjoy.

PD: No me hago responsable del uso, bueno o malo, que se haga de esta ficción hiperrealista.

12.3.07

receta mortal

Tome usted a un sastre francés enfermo de necedad. Agregue bastante fiebre de principio del siglo pasado por volar. Mezcle tela pesada con un impermeable, con una pizca de idea sobre un paracaidas. Revuelva bien y tamice con una cámara de cine. Sirva lentamente sobre la Torre Eiffel.

¿Resultado?

9.3.07

45,000 personas sin un lugar a dónde ir

Siguiendo un poco con lo del concierto de Roger Waters, es increíble la idiotez del gobierno de la ciudad de México, que, sabiendo que 45 mil o 50 mil personas van a salir de un concierto poco, muy poco, antes de las 12 de la noche, hora en que cierra el metro, ¿por qué demonios no lo dejan abierto media hora más?

45,000 personas no son pocas. Es cierto, puede parecer una nimiedad en un sistema que transporta unas 6 millones al día. Pero estamos hablando de dejar salir a la calle a miles y miles de personas exaltadas a una de las esquinas más conflictivas de la ciudad, en un barrio cercano a uno de los más problemáticos, con una construcción que levanta polvo por toda la avenida, y con taxis queriendo cobrar más de 200 veces el costo de un viaje en metro por un trayecto por el que normalmente no podrían cobrar ni una veinteava parte.

Este problema es tan simple de solucionar, que definitvamente el gobierno es imbécil.

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Pasando a otra cosa, creo que descubrí un método para hacer tramap con los boletos de ticketmaster, los que uno imprime. Luego escribo como.

7.3.07

the dark side of the concert

Acerca del concierto de Roger Waters en la ciudad de México de ayer, sólo tengo que decir esto:

¡No mamen! ¡¡Estuvo súper chingón!! ¡Waters es la re-hostia!

Bueno, después de haber sacado eso de mi organismo, tengo que volver a decir que en efecto fue el mejor concierto al que he ido en mi vida. Y lo volveré a decir.

Al rededor (y además) del concierto hubo dos cosas que llamaron poderosamente mi atención y sobre las que hablaré en posts futuros. Y una que me dio una idea para un cuento...

Acá les dejo una fotito que ejemplifica uno de tantos momentos inceríbles del concierto:


La foto es del concierto en MTY, cortesía (robada) de my-music.com

2.3.07

Seis lechugas

"Similem habent labra lactutam"
San Jerónimo, Epístolas, VII, 5

I.
En el mundo vegetal existen lugares de esparcimiento para los sujetos adultos (maduros), en los que se sirve sake, se proyectan películas sobre las abejas y las flores (a veces se censura el polen) y hay espectáculos de desnudismo. Entre las más solicitadas para este tipo de show están las margaritas, que poco a poco se quitan sus pétalos, las alcachofas, que al final cubren su corazón sólo con breves protuberancias, y las lechugas. Estas últimas son las más escasas: mientras sensualmente se despojan de sus hojas va quedando cada vez menos, hasta que, en un acto final de sensualidad, desaparecen por completo.

II.
La Sociedad de Hojas Verdes llevó a juicio plenario a la Lechuga, puesto que descubrieron había especies de ésta que NO eran del todo verdes. Gran escándalo. A la comparecencia atendieron miembros de otras sociedades, como la de los Tubérculos Paposos y la de Frutas Rojas. La Lechuga, en su defensa, alegaba que no era algo que ella hiciera por elección. Sin embargo, el juicio sumario del Juez Pepino y del Jurado (compuesto por cinco Apios, una Espinaca y tres Berros), dictaminó la expulsión de la Lechuga, quien tristemente no tuvo opción mas que afiliarse al grupo de Plantas Comestibles que no se Parecen a Ninguna Otra, junto con la Berenjena, el Durian y el Gengibre.

III.
Casi al final de los tiempos los países subdesarrollados del mundo fueron invadidos por el ataque de las lechugas asesinas. Enormes y lentos, los mortíferos vegetales caminaban por las calles, destruyendo edificios y monumentos, aplastando a todo lo que se pusiera en su camino. Iban en busca de todo aquel llamado César, de preferencia que se apellidara Mil Islas. La invasión terminó cuando algún alma caritativa donó dos toneladas de aderezo tipo Ranch, y la población de humanos que quedaba se dedicó a calmadamente mascar y digerir la amenaza. Los tomates asesinos, invasores de los países desarrollados, no parecen haber tenido mejor suerte.

IV.
Un grupo de científicos descubrió y logró sintetizar el extracto exacto de la parte de las lechugas que induce al sueño, y lo vendió en forma de gotas para dormir. Tuvo lugar entonces una revolución inusitada en la forma en la que los hombres dormían: debido a sus benéficas capacidades y a que el extracto de lechuga no impedía despertar, se usaban un par de gotas para dormir toda la noche, o una siesta de diez minutos, y el temido insomnio parecía ya ser cosa del pasado. Sólo que el extracto, hecho de lechugas orejonas, provocaba el crecimiento de las orejas en los que lo tomaban, a veces hasta en un 2000%, y por ello se abandonó la práctica para siempre.

V.
La instalación del artista conceptual era muy simple: una alberca olímpica vacía por completo de agua, pero llena de lechugas de todos tipos, tamaños y colores con la cantidad exacta de vinagre, vinagreta, aceite y aderezos. Al frente, trampolines: dos, tres, cinco y diez metros. La ensalada humana, le llamó. Era bastante divertido aventarse, siempre que uno evitase caer sobre los duros crutones.

VI.
Caminando por los campos, Jerónimo vio a un burro comiendo lechuga. Era tal su forma de mascarla que no pudo menos que seguirlo mirando: parecía que sus labios se extendían hasta las hojas del vegetal, que se movían a su unísono, cual si se tratase de largos labios verdes. “Una cosa por otra,” pensó el santo, y siguió su camino.