
La anécdota es la siguiente: Iba yo una vez caminando
por la explanada de la facultad cuando de pronto escuché que alguien gritaba:
¡tocayo!Lo que siguió fue la cosa más absurda que he hecho en mi vida, y recordarlo aún me hace sentir estúpido: volteé para ver quién, según yo, me hablaba.
Los (y las) que tenemos un nombre extraño somos diferentes a todos los demás, que se llaman simplemente Juan, Pedro, Agustín, Rodrigo, Salvador, Manuel, Pablo, Antonio, José, Miguel, cualquier-Berto, etc., como cualquier otro pinche tocayito.
Estamos condenados a la eterna pregunta, a la mirada rara, al ¿perdón?, a las burlas en la primaria, en la secundaria, en la prepa y hasta en la universidad, a explicar cada que nos presentan por qué nos llamamos así y de dónde viene ?ese nombre tan raro?.
Yo tenía un problema adicional: siempre, o dede que recuerdo, he sabido por qué me llamo así [explicación corta: es de familia], pero sólo hasta hace unos meses supe de dónde venía mi nombre. Resulta ser que la única tía que tengo que tiene la suficiente edad como para acordarse por qué uno de mis tatarabuelos era tan dado a poner nombres raros a su estirpe, estaba peleada con mi lado de la familia. Cuando la familia hizo las pases hace unos meses, y volví a ver a la tía, lo primero que hice fue preguntarle por el origen de mi nombre. Rápido me contestó: es un personaje de la novela El fin del mundo de Camilo Flammarion.
Una investigación arrojó un resultado poco alentador: la última edición que de dicha novela se hizo en español fue en 1906 (hace un siglo, sí), en España. No sé francés, y no hubiera ayudado mucho saberlo puesto que la úlitma edición en su idioma primigenio se hizo en 1925. Al final hallé esta versión en inglés en Amazon, que no fue fácil de localizar porque el editor tuvo a bien (como se puede ver en la foto) cambiarle el título al libro, no se sabe bien por qué.
Así es que he estado leyendo el librito, que trata [duh] sobre el fin del mundo, y qué es lo que pasa cuando un cometa se estrella con la tierra y aniquila todo. O más o menos. La civilización no se acaba de golpe, sino que se va extinguiendo poco a poco, dejando cada vez menos personas. Cuando por fin llega el fin (valga la redundancia), éste es más pasivo y en declive que un final explosivo tipo Armaggedon (y, oh desdicha, sin Liv Tyler). El personaje de la segunda y última parte novela de Flammarion efectivamente se llama Omegar, y es el último hombre sobre la tierra. No va mal la novela, no va mal. En su época cumbre, hace más de un siglo, este fue un verdadero bestseller, y aunque las ideas futuristas necesariamente han envejecido (se le atribuye la cima de la civilización al teléfono, el alámbrico, ja) se puede ver perfectamente por qué fue tan popular.
Trataré de traducir y subir algunos exctractos a un blog adicional a este. Tal vez haya alguien más (sé que hay al menos otros cuatro por ahí) Omegar -es sin saber de dónde viene su nombre. Google no siempre lo sabe todo: a veces hay que ayudarle.