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13.7.06

La lingüística de Superman

Cuando hace casi 70 años (en 1938) Jerry Siegel y Joe Shuster crearon un súper héroe que podía correr más rápido que una bala y saltar edificios enteros de un solo impulso, poco se imaginaron la trascendencia que iba a llegar a tener. Y es que digamos que dicho súper-hombre no tenía demasiado a su favor: un origen alienígeno, difícil de explicar; súper poderes achacados al sol y a la gravedad, que necesitaron muchas mejoras y ampliaciones posteriores; y un traje poco agraciado, de colores chillones, con la ropa interior por encima de los pantalones.

¿Cómo fue que esta improbable figura se convirtió en un icono de nuestros tiempos? Una de las respuestas, entre otras muchas, está en los nombres. Siegel y Shuster tuvieron una gran cantidad de aciertos al crear a Superman, pero uno de esos grandes aciertos fue el dotar a los personajes de nombres memorables. Y, en los súper héroes, los nombres memorables (al menos en inglés) vienen de las repeticiones de sonidos. Así, el alter ego de Superman es Clark Kent, su novia, ahora esposa, se llama Louis Lane, su novia anterior se llamaba Lana Lang [por cierto, ¿alguien sabe por qué cortaron?], su archienemigo se llama Lex Luthor. El verdadero nombre de Superman (el que le puso su Kriptoniano padre Jor-El) es Kal-El, que claramente resuena a un eco de repeticiones de Ls y Ks.

Tan efectiva fue esta táctica mnemotécnica que muchos de los superhéroes posteriores lo imitaron casi al dedillo. Tomemos por ejemplo a Peter Parker, alter ego de Spiderman (que fue, en sus inicios, una copia burda y sin consecuencias del Hombre de Acero que tuvo éxito; nótese la similitud entre los nombres de ambos superhéroes, en sus profesiones, ambos reporteros, y en sus colores, azul con rojo; por si fuera poco, el diario en el que labora Peter Parker, el Daily Bugle, es una parodia indirecta al diario donde, en los comics de Superboy, se decía que trabajaba Kripto el Supercan o Superperro.). Sin embargo pocos héroes modernos han logrado el reconocimiento a un nivel de Superman. Bastaría con nombrar a tantos y tantos superhéroes que surgieron al mismo tiempo que Superman para ver como más de la mitad han quedado en un olvido muchas veces inmerecido: muy pocos saben cuáles son las identidades secretas de Linterna Verde o el Capitán América, ya no digamos de Atom, de cualquiera de los miembros de la Legión de Superhéroes o de la Antorcha Humana original. En comparación, los personajes de Superman, gracias a sus nombres, han permanecido indelebles en nuestras memorias.

Para sostener esta afirmación se puede acudir a diversos estudios (1, 2, 3, 4, 5, 6) sobre la estrecha relación que guarda el uso de la aliteración en nuestra capacidad de recordar algo y su uso en el desarrollo e invención de la literatura como tal. La aliteración es una figura literaria que consiste en repetir una serie de sonidos. Las rimas al final de los versos en poesía son el mejor ejemplo de aliteraciones, aunque estas se pueden encontrar en casi cualquier parte del texto. Aunque el uso de esta figura es más frecuente en el inglés (el español [el idioma] le tiene cierta fobia al exceso de repeticiones sonoras), es común encontrarse con ejemplos de esta figura en situaciones diarias, como puede ser los sloganes publicitarios y las marcas comerciales.

Otra de las razones por las que la figura de Superman no se ha desvanecido es la visibilidad de sus poderes. El cómic permite no sólo escuchar y ver al personaje actuar, sino que también facilita el imaginar sus movimientos, sus acciones heroicas. Y estas imágenes pedían a gritos convertirse a otros medios. Superman primero se convirtió en voz al pasar al radio, medio en el cual debutó en 1940 (apenas dos años después de haber sido creado) y en el cual tuvo gran éxito, muy probablemente impulsado por la súper-aliteración, que además de auxiliar a la memoria es agradable al oído (recordemos que la efectividad de la radio se apoya en nuestra capacidad mnemotécnica a corto y mediano plazo).

Al año siguiente el Hombre del Mañana dio el salto a la pantalla grande en forma de dibujos animados a color. Poco después Kal-El ya adornaba la pantalla chica con tres series que se transmitieron intermitentemente desde 1948 hasta 1957 en blanco y negro. En 1966 se estrenó en Broadway Superman: El Musical. A mediados de los años 70 Superman una vez más volvió a ser un dibujo animado en la serie televisiva Súper Amigos (fuente de la ya famosa frase: "Mientras tanto, en el Salón de la Justicia..."). Y en 1978 por fin llegó a la pantalla grande a todo color y con personas, asombrando a un público que lo pudo ver volar "en vivo" por primera vez, claro que esta emoción se había ya perdido para la tercera entrega de la película, que francamente apestó, y la cuarta peor. Pasado el tiempo, este año lo podremos ver de nuevo volar en la pantalla grande (y en la pantalla extra-grande: IMAX) y hasta en tercera dimensión, en su última aventura: Superman Regresa.

A pesar de sus múltiples pasos por diversos medios, y de sus retornos, a veces exitosos, a veces no, Superman no ha salido de nuestro imaginario colectivo. Y la exitosa aliteración en los nombres que rodean al Último Hijo de Kriptón se siguen repitiendo, tal vez involuntariamente: en la primera serie exitosa de televisión, el actor que interpretaba al Hombre de Acero se llamaba George Reeves, el actor de las películas de los 80's, al que casi todos recordamos trágicamente cuadraplégico, se llamaba Christopher Reeve. En esta ocasión el actor principal se llama Brandon Routh, que comparte créditos con un cibernéticamente resucitado Marlon Brando quien también apareció en la película original.

Superman sigue siendo súper.

1 comentario:

Jorge Pedro dijo...

ash, odio a los súper héroes porque nunca sé si escribir 'súperheroes' o 'superhéroes' o 'súper héroes' o 'yo eo un heroe'.