Bueno, vamos a hacer un pequeño resumen de las partes del libro porque parece que hace falta en la red y en este blog.
Para el ejercicio abusaremos un poco del buen Arthur, siempre dispuesto a prestarse a ejemplos prácticos:
En la imagen se puede apreciar la
primera de forros del libro. Se llaman primeras de forros porque tienen, los forros, páginas, generalmente cuatro. Las primeras de forros llevan el
título del libro, el
nombre del autor o autores y pueden o no llevar una imagen que las acompañe. No hay que juzgar a los libros por esta parte de sus anatomías, dicen por ahí. También se le llama
cubierta y puede ser falsa o verdadera. En este caso el libro de Arthur tiene una
cubierta falsa, o desprendible. Si se le quita, el libro quedará
desnudo. Esto generalmente sucede con los libros
empastados (que tienen la cubierta dura); los libros no empastados se llaman
rústicos (
paperback en Inglés) y por lo general están, rústica y eternamente, desnudos.

He aquí un ejemplo de un libro rústico sin cubiertas falsas:
En la imagen podemos, además, apreciar el
lomo del libro. Esto es como la espalda del libro, puede ser recta o circular (generalmente en los libros empastados viejos) y ahí se lee el título y el autor del ejemplar. También se puede apreciar información como la editorial y el número que éste ocupa en su colección pertinente. ¡Ah! Porque las editoriales suelen clasificar sus libros por colecciones. En la foto también se puede ver que el lector está ¿disfrutando? de la lectura de
The Catcher in the Rye en su versión rústica en una edición muy muy bonita que yo tuve alguna vez pero que regalé/perdí.
La parte contraria al lomo también tiene un nombre:
cara.
La parte de atrás del libro es la
cuarta de forros (la cuarta página de un los forros de un libro). Todos los libros tienen estas cosas, que son el lado opuesto de la primera de forros. Generalmente llevan un texto en dicho lugar (un resumen, un extracto, críticas al libro o biografía del autor), que se denomina "
cuarta". Se llama así porque está en la "cuarta" de "
forros". Un libro tiene
cuatro forros: primera de forros, segunda de forros (la vuelta), tercera de forros (la vuelta de la cuarta), y cuarta de forros. Por esto mismo, el texto que va en la
cuarta se llama ídem. Asimismo, hay una continuación de los
forros que se llama
solapa. Esta puede aparecer tanto en los ejemplares
rústicos como en los
empastados y se identifica porque es la parte de la
portada que le sobra y da la vuelta al libro hacia la
cara.
La
solapa puede ser una o pueden ser dos, la cosa varía, aunque generalmente son dos y llevan algún texto, que puede ser un extracto del libro, una biografía del autor (a veces con la agraciada o desgraciada foto del susodicho), o un listado de otros títulos de la misma colección. Hay gente que la usa como separador integrado. A ciencia cierta no se sabe si este uso es correcto o no, ni según quién, así que cada uno es libre de usarla, o no, como mejor le plazca. Por demás, los libros pueden llevar o no un
cintillo por encima de la
cubierta de los
forros. Este cintillo generalmente dice algo como "¡Más de 100,000 ejemplares vendidos!" y se usa para agregar información al libro sin la necesidad de volverlo a imprimir.
Un libro, adentro, tiene
páginas. Las primeras
páginas de un libro generalmente están vacías y se llaman
páginas falsas o de cortesía, aunque en realidad en ciertos libros (sobre todo los de superación personal y dietas milagrosas) estas pueden llegar a ser las menos falsas de todo el conjunto, por estar vacías. Luego tiene las primeras páginas impresas: la
falsa portada (que tiene la misma información de la
portada (real) aunada a cosas como pueden ser el nombre del traductor y el lugar y la fecha de impresión. Después viene la
página legal, que es donde se ponen los derechos, el número de ediciones que ha tenido la obra y en qué años, el
ISBN y demás parafernalia importante pero odiosa.
Clarísimo, ¿no? Lo que sigue después es el libro en sí. Para los que no lo acostumbran, les recuerdo: se trata de leerlos. O al menos hacer el esfuerzo de tratar de leerlos. Comprar libros y no leerlos es como comprar chocolate y no comérselo. Sí, igualito. Solo me queda recordarles que por favor no subrayen los libros, ni mucho menos con tintas de colores agresivos para las pupilas, y sobre todo no los que estén en las bibliotecas. Una vez ya me tocó leer
El péndulo de Foucault, que saqué de una biblioteca, subrayado ¡y anotado! por alguien que obviamente era un analfabeta funcional. Casi fue tan divertido leer sus idioteces como leer el libro en sí. Lo peor fue que dejó su nombre escrito en el libro (con su tinta verde inconfundible) y después lo conocí.