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26.9.10

águila

Acabo de ver un águila pasar frente a mi ventana, como a 10 metros. Sí, un águila. En la ciudad de México. Un águila de verdad. Supongo que vive en la reserva ecológica de la UNAM, que está enfrente. Dio dos vueltas y se fue hacia el oriente. Estaba demasiado impactado como para tomarle una foto, ni modo...

22.9.10

enciende un kindle

Hace un par de días recibí mi Kindle 3 (versión WiFi sin 3G).



Reseña rápida (tl;dr): No tiene madre. It just rocks. Si te gusta leer, compra uno ya.

Reseña media: Está increíble, pero lo mismo que lo hace ser fantástico, puede hacer, muy fácilmente, que te deprimas o al menos te entristezcas un poco.

Reseña larga: Compré un Kindle porque todo en mi vida, y más desde hace unos años, parecía apuntar hacia esto. Siempre me ha gustado leer, siempre me han gustado las computadoras y los aparatejos. Entre Constanza y yo tenemos más de 2600 libros en papel (contados, y eso quitando repetidos y cosas que "no son libros") y varias computadoras. Siempre he viajado con libros, suelo leer mientras como, mientras veo la tele, mientras escucho música, mientras camino... Toda mi vida laboral ha girado en torno a la red y los libros (y desde hace casi siete años más, mucho más, alrededor de los libros).

No me había comprado un lector o soporte electrónico* por varios motivos: eran demasiado caros, demasiado lentos, con muy poco espacio interno, con mala resolución, con formatos cerrados y con demasiadas restricciones, con pocos contenidos o difícilmente accesibles, además de ser simplemente feos y pesados (algunos) o de plano inaccesibles (por país o mercado). Muchos simplemente no estaban hechos para leer, sino para mirar.

El Kindle, a diferencia de muchos aparatos similares, es comparativamente barato (he pagado por un sólo libro en papel mucho más que por el Kindle), es rápido (no tienes que esperar a que pase la página), la resolución es increíble (yo diría que es 98.7% similar al texto), tiene espacio para aventar para arriba (en texto e imágenes tamaño libro 3 GB es más de lo humanamente deseable), es bonito y ligero, tiene muchísimo contenido disponible instantáneo, se conecta a cualquier sistema como unidad de disco, se te olvida que es un aparato, se conecta rapidísimo a las redes inalámbricas y está hecho para leer.

Puntos en contra: es un sistema semi-cerrado (aunque acepta libros en formato .mobi sin restricciones de derechos**), los libros son caros (excepto los gratuitos, de los que sólo hay en inglés), el navegador no es lo mejor del mundo, sería mucho más práctico que fuera touch-screen (aunque entiendo que eso es --y por buen tiempo será--- todavía imposible por la latencia de la tinta electrónica), a veces es imposible no apretar el botón de siguiente página sin querer, el teclado es pequeño y las flechas de navegación más aún.

No tiene color. Esto no es ni en contra ni a favor. Dejemos una cosa en claro: el 90% de los libros (y esto incluye al 99.8% de la literatura no infantil) no necesita color. El texto es sólo eso: texto. No hay vuelta de hoja: las letras son sólo símbolos y como tales sólo necesitan tener suficiente contraste y diferenciación unas entre otras y contra su soporte para funcionar. Tampoco necesitas fuentes tipográficas: si una es legible, es más que suficiente (aunque no estaría mal poder elegir algunas).

Aclaremos otro punto: ni el iPad ni el iPod ni los teléfonos (ni los inteligentes) ni las computadoras están hechos para leer. Si quieres y puedes leer sobre una pantalla que proyecta luz, felicidades, de verdad. El común de la gente no aguanta leer ya no digamos 50 páginas de texto, sino ni siquiera 15 con una luz apuntando a su retina. Sé que se dice que el iPad es fantástico para revistas, pero no estamos hablando de navegar publicaciones interactivas, sino de leer: pasar tus ojos por encima de texto corrido y comprender su significado, sin más ayuda visual que la propia imaginación y capacidad de comprensión y sin más referencias que a otras fuentes textuales parecidas.***

En los tres días que lo he tenido he leído ya un libro (y medio): The Hitchiker's Guide to the Galaxy (y la mitad de The Restaurant at the End of the Universe). Los disfruté tanto o más que sobre papel. Es decir: no hay diferencia negativa, al menos para mí, ni en velocidad ni en comodidad de lectura.

Al contrario, hay muchas diferencias positivas: siempre me molestó el tener que agarrar libros muy pesados con dos manos, o de plano tener que usar una mesa o similar como apoyo, y ahora eso no es problema. Siempre quise leer acostado en la cama sin acabar con los brazos adoloridos y eso ahora es posible. Con los libros en papel siempre me ha molestado tener que usar un separador, o tener que aprenderme la página (muchas veces hago eso con los libros en papel: me aprendo el número de página y luego sigo) para retomar la lectura, y ahora eso no hace falta. Me ha molestado siempre no poder buscar por palabras en libros de ensayos y en novelas, y ahora puedo. Me enfada y me indigna que otros subrayen libros, por dejarlos para siempre marcados, (nunca, pero nunca, lo hago) y ahora eso no es problema. Y aunque me gusta cómo se ven en las paredes llenas de libros, la inversión de tener un libro en un librero siempre me ha parecido excesiva; ahora ya no existe ese gasto. Me molesta también que para tener la referencia cruzada en papel tienes que tener otros libros a la mano, cosa que en teoría ya es completamente factible con un solo "libro" que además tiene conexión a internet (imagínense para investigar sobre un tema para tesis o por gusto). Me molesta no poder llevar mas que un libro conmigo, por ejemplo, de viaje, y ahora eso ya no es problema tampoco.

El libro electrónico no sólo es y deberá ser más barato y accesible que el libro en papel; también lo es mucho más de lo que fue (comparativamente) el rompimiento entre el códex manuscrito y el impreso industrialmente durante el Renacimiento. El libro en su forma electrónica es más rápido, duradero, reproducible, indexable, portátil, utilizable, referenciable, almacenable y hasta legible y amable que el libro en papel. No hay vuelta atrás.

Todas estas cosas me han puesto muy triste.
Sí, el Kindle me ha causado una depresión. Es imposible usarlo y no sentir que es el fin de una era. El Kindle (y los demás soportes de tinta electrónica) son el final del libro. Es el final del libro en forma de y como códex. Hace 1700 años comenzó la historia del libro como lo conocemos hasta ahora, a partir del final de la era del rollo o volumen. Aunque el surgimiento de la imprenta hace 500 años revolucionó su costo y su accesibilidad, no cambió su forma ni uso; en realidad el libro seguía siendo el mismo. Ahora ya no. Así como terminó la etapa de las tablillas de cera, de los rollos, del papiro y pergamino, de las tablas de arcilla y barro, así, igual, sabíamos que iba a terminar algún día el códex, el papel. Sólo que nadie espera que le toque vivir algo así de fuerte. Y, a pesar de que estoy feliz con el aparato, y aunque suene cursi, esto me pone genuinamente triste. Adiós, buen amigo, adiós.


 
(El Kindle en funda roja; comparativa de tamaño entre el Kindle con funda y una libreta Moleskine)

*El término "libro electrónico" tiene que referirse necesariamente el archivo que contiene el texto y demás partes del libro, el "soporte" o "lector" al aparato; esto es consecuencia de la poca amplitud que durante más de 1500 años ha tenido la palabra "libro". Ya habrá nuevos términos: el lenguaje acaba por arregalrse solito, siempre.
**Si tienes un archivo .epub puedes convertirlo a .mobi en segundos con el software libre Calibre, disponible para Linux, PC y Mac.
***Si esto que acabas de leer te da hueva, no sólo yo, sino más de cinco mil años de humanidad se compadecen de ti.

13.9.10

para j.

No te conozco, pero siento que te conozco. No somos amigos, pero siento que lo somos. No somos colegas, pero siento que lo fuimos. Probablemente ni siquiera nos llevaríamos bien en persona, pero quiero creer que sí. Te leí en el elefante durante años; te leí en tu fantástico libro de cuentos, que conseguí no sin muchos problemas; te leí en twitter y en tumblr (aunque los odio); te leo ahora. ¿Te puedes en verdad adueñar de un autor? Porque, acumulado, te he leído más que a nadie... Te acompaño en tu dolor; en su dolor como pareja; en el futuro. Admiro tu fortaleza, tu sinceridad. Nada más que decir. Conozco tus palabras y no puedo dejar de pensarlas.

1.9.10

los comics basura mexicanos

I know I will lose this one-sided battle, and deservedly so. Only a lunatic would argue that this week’s issue of Horny Laundromat Gossip will someday grow into a work of art. But that is my argument, and remember this, even if you remember nothing else about my booklet: the first novel was not actually the first novel. The first novels were “novelties.” They were dumb, melodramatic trash, read by dumb, listless escapists. Novels were the same old stories of lowly rogues, high-riding knights, and stereotypical sidekicks fighting over ooh-la-la maidens. Educated Spaniards would have been happy to amputate novelists’ hands and burn their picaresque books. Miguel de Cervantes was equally revolted by novels, but he at least honored the novel’s conventions enough to use them against themselves. He changed the novel not one bit, yet, quixotically, he changed it forever. For 400 years now only lunatics have argued that the novel has a strictly limited aesthetic potential.
[Sé que perderé esta batalla contra mí mismo, y merecidamente. Sólo un lunático podría argumentar que la emisión de esta semana de Chismes de lavanderas calientes evolucionará hasta convertirse algún día en una obra de arte. Pero ese es mi argumento y, recuerden esto aunque no recuerden nada más acerca de este mi librito, la primera novela no fue realmente la primera novela. Las primeras novelas eran "novedades". Eran basura melodramática y boba, leída por escapistas bobos y sin criterio. Las novelas contaban las mismas viejas historias de ladronzuelos, caballeros andantes con acompañantes estereotipados luchando por las doncellas inalcanzables. Los españoles educados de aquel entonces hubieran estado felices de poder amputar las manos de los novelistas y arrojar sus libros picarescos al fuego. Miguel de Cervantes estaba igualmente a disgusto con las novelas de su tiempo, pero al menos respetó las convenciones de la norma lo suficiente como para usarlas contra sí mismas. No modificó ni un ápice de las novelas, sin embargo, quijotescamente, las cambió para siempre. Desde hace 400 años, sólo los lunáticos han argumentado que la novela tiene un potencial estético estrictamente limitado.]
Daniel Raeburn en ¡Historietas perversas! Mexico's addictive comics, The Imp. (Las negritas son mías.)