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30.1.06

Fracaso ideal

Expulsaron a aquella alma del paraiso porque --y pudiera parecer una arbitrariedad, pero no lo es en absoluto--, porque nunca, por más que practicó, logró tocar, de manera decente, el arpa.

25.1.06

lo prometido es deuda

Como deuda para con el Dr. Neón, y siguiendo una idea de Rax, dejo aquí mis:

5 hábitos extraños 5

1. Ya lo dije hace dos entradas: cantar, cantar y cantar.

2. Me da por ver y escuchar cosas cursis, casi ofensivas de tan horteras, dirían en España. Por supuesto que no se lo digo a nadie, y si alguien pregunta digo que escucho a Radiohead, y que la última película que vi fue alguna de David Lynch. Lo cual nunca es una mentira, en el sentido estricto.

3. Conservo envases de desodorantes vacíos, absolutamente inútiles. No los utilizo para nada, sólo los guardo indefinidamente.

4. Cada que manejo, elijo un coche al azar de entre el tráfico para jugar a las carreritas. Y me lo tomo muy en serio, aunque sé que el conductor del otro auto nunca se entera de las preocupaciones que me causa.

5. Cuando llega la parte más emocionante y tensionante de las películas, cierro los ojos para no ver porque me pongo muy nervioso. Lo mismo con los bestsellers: adelanto las páginas para ahorrarme la angustia de leer la parte más tensionante. Creo que por eso mis propios cuentos son bastante anticlimáticos.

PD:
Esto es un juego. Y como juego, tiene reglas:

El primer jugador de este juego inicia su mensaje con el título "5 extraños hábitos tuyos" (o algo parecido).

Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog, a propósito de sus hábitos extraños, deben también indicar claramente este reglamento.

Al final, debéis escoger 5 nuevas personas y añadir el link de su blog o diario web.

No olvides dejar un comentario en su blog o diario web diciendo :

"Has sido elegido" y ruegas que lean el tuyo.


Así pues, elijo al elefante azul, al señor del ombloguismo, a humphrey bloggart, a vuarnet y a mr okeimakei, que hace un rato que no se pasa por aquí.

24.1.06

ochenta y uno

Acabo de ver el video (los highlights) de Kobe Bryant, de los Lakers, anotando 81 puntos en un partido de basketball contra los Raptors de Toronto.

Sí, 81. El segundo puntaje individual más alto de la historia en un partido oficial de la NBA. Pueden verlo aquí.

Ver el video me hizo emocionarme, recordar las épocas en las que en verdad seguía el basketball y lo que pasaba a su alrdedor. Ver en la tele jugar a Isiah Thomas, a Larry Bird, a Magic Johnson, pero sobre todo seguir, casi sin parpadear, a Michael Jordan.

Cierto, lo que hizo Kobe ayer es fantástico, pero, tal y como lo escribe Scottie Pippen en su blog en la NBA:

If you want to say that Kobe could get 100, I would say that Michael could get 100. If Kobe could get 81, I think Michael could get 100 in today's game. I think the psychological style that Michael was able to master in the game, puts him far beyond Kobe.


Y estoy seguro que cualquiera que haya jugado con él diría lo mismo: Charles Barkley, David Robinson, Dikembe Mutombo, Patrick Ewing, el "marcianito" Miller, incluso Denis Rodman y hasta Muggsy Bouges, je. No hay comparación. Kobe es bueno, pero no me hará volver a ver el basketball: se ha convertido en un deporte más aburrido de ver, incluso, que el baseball. Y una noche no va a cambiar eso. Buena suerte NBA, no cuentes con mi tiempo.

PD: Hablando de basket, ¿alguien sabe qué fue de Luc Longley? Yo siempre quise hacerme un jersey de los bulls con el número y nombre de Longley, para que cuando me preguntaran: "¿y ese perdedor quién es?", yo pudiera contestar: es un tricampeón, pendejo, tricampeón...

23.1.06

cantando

A mí me gusta cantar.

Canto feo, canto mal, canto desentonado y no me sé las letras de las canciones.

Pero no me importa, me gusta cantar. Y de hecho lo hago todo el día, no sólo cuando me baño o cuando voy manejando, sino también cuando hago fila y cuando camino y cuando pienso y cuando no debería.

Sobre todo cuando no debería. Incluso me he dado cuenta que hasta cuando estoy callado mi mente canta sin querer.

Tal vez por eso me gustan tanto los programas donde la gente fracasa cantando: porque sé que, con un poco, poquísimo más de autoestima y con tantito menos que desconfiara de mi voz, haría casting.

Pero como sé que canto mal, y no lo dudo, y mi autoestima no necesita ser impulsada ni degradada por la siempre desagradable televisión, no lo hago.
Pero sólo por eso...

19.1.06

lindo


[vía Cynical-C blog]

tráfico

¿Cuándo fue que pasar más de una hora en el tráfico, en hora pico, se volvió normal? ¿De qué modo una experiencia así puede ser normal???

Simplemente no me lo explico...

18.1.06

busy signal

He estado un poquitín (nomás tantito) ocupado, y por eso no he podido escribir aquí. Pero a partir de mañana prometo retomar el ritmo.

El trabajo es tan feo que te pagan por hacerlo...

13.1.06

La Piel del Cielo

"La fin! Son heure sonnait au cadran des destinées. Omegar savait que toute la vie de la Terre consistait désormais dans son passé, que nul avenir ne devait plus exister pour elle, et que le présent même allait s'évanouissant comme le songe d'un instant."
Camille Flammarion, El fin del Mundo

Las manos de ella recorrían los dedos de él. "Prométame, Monsieur, que aceptará el regalo", le dijo. "Pero, querida Condesa, ¿cómo puedo prometerle recibir algo tan, tan, tan...?", Tartamudeó él, sin poderla mirar a los ojos. "¿Macabro?", completó la Condesa, descubriéndose los hombros.


En julio de 1888, en París, salía a la luz uno de los tratados de meteorología más difundidos de aquella época: L'atmosphère: météorologie populaire, enfocada a explicar los fenómenos meteorológicos a la gente común. La publicación traía inserta en su página 163 una impresión xilográfica, al parecer de procedencia medieval, que representaba la unión de los cielos y la tierra, en la cual un hombre asomaba su cabeza a través del manto del cielo para observar las estrellas directamente. El grabado incluía la siguiente misteriosa inscripción inserta justo debajo: "Un misionero de la Edad Media contaba que había encontrado el punto en el que el cielo y la tierra se tocaban...", seguida del texto: "¿Qué es, entonces, este cielo azul que ciertamente existe, y que nos oculta las estrellas durante el día?". Según nuestras investigaciones, esta página del libro, llamada desde enotnces el Grabado Flammarion, siglos después sería fuente de controversia debido al supuesto conocimiento oculto, casi alquímico, masónico, que contiene acerca del trabajo de los astrónomos de la antigüedad. Y sobre todo se hizo famosa por su referencia, ya tardía, a una tierra plana; plana, como la que durante siglos provocó el miedo de los hombres a navegar en exceso y así llegar al fin del mundo.





La espalda, siempre la espalda.
El dolor, siempre presente, a veces empezaba a dar señales de aumentar como un calor en la espalda baja, que se expandía por sus huesos y llegaba hasta sus ojos, haciéndolo llorar. A pesar de las punzadas le era imposible parar la observación, y tenía que sacar fuerzas de donde fuera para continuar concentrado.
La luna pasaba lentamente frente a sus ojos, y él se empeñaba en dibujarla de la forma más exacta posible. El llorar de sus ojos a veces lo hacía dibujar cosas que no estaban ahí, y tenía que revisar una y otra vez sus observaciones durante noches enteras, sin descanso.
Durante los meses invernales, cuando el firmamento estaba frecuentemente nublado, Nicolas Camille Flammarion se ocupaba de su escritura. L'Astronomie, su revista, le ocupaba una gran cantidad de tiempo, pero aún así se daba tiempo para presidir la Société Astronomique de France, llena de miembros con los mismos dolres de espalda que él padecía, provocados por interminables horas frente a innumerables telescopios. Siglos enteros de observación humana de los cielos, en busca de descubrir algo a lo que pudieran identificar para la eternidad con sus propios nombres.


Durante su adolescencia, Camille Flammarion intentó estudiar los cielos con otro método diferente a la astronomía, más o menos ortodoxo: la teología. Sin embargo pronto se dio cuenta de que, para él, los cielos eran más que una promesa: se trataba de algo que estaba a su alcance. Los misterios de la vida y la muerte se solucionarán con la observación de los cielos, se dijo a sí mismo, y, no sin muchos trabajos, ingresó como asistente de LeVerrier, astrónomo que descubrió Neptuno. Al poco tiempo, a principios de 1880, Camille ya era considerado un gran astrónomo por mérito propio, y un gran científico, y, sin embargo, nunca abandonó los ánimos de descubrir qué había más allá de la vida, y de la muerte. Fue por entonces, alrededor de 1885, que conoció a Allan Kardec.

La casa en la que se encontraba podría haber sido cualquier casa, y los asisitentes a la reunión podrían haber sido los invitados a cualquier celebración, como un cumpleaños, un baile de fin de año, cualquier cosa. Sin embargo se trataba de la casa de Monsieur Kardec, y el motivo de la reunión era una sesión espiritista. Falmmarion se sentía fuera de lugar: una cosa era cuestionarse sobre el aspecto de la vida después de la muerte y otro asistir a una conversación con espíritus. El anfitrión, Kardec, se acercó a Flammarion acompañado de una hermosa mujer y le preguntó que si estaba cómodo y si le habían ofrecido alguna cosa de beber. Camille contestó que sí, pero que prefería estar en sus cinco sentidos ante una experiencia como la de contactar a un espíritu. Allan Kardec no pudo sino reirse y dejar a Flammarion en lo que catalogó como "la deliciosa compañía de la Condesa de Juvisy".



Mucho tiempo antes de que conociera a la Condesa de Juvisy, y diez años antes de que publicara el libro con el Grabado Flammarion, Camille publicó su libro más vendido, La Astronomía Popular, traducido desde entonces a muchos idiomas. Dicho libro se convertiría en uno de los grandes bestsellers del Siglo XIX, y le permitiría al hermano de Camille, Ernest Flammarion, fundar la editorial con el mismo nombre, que subsistía aún entrado el Siglo XXI lidereada por un descendiente directo de la familia fundadora, hasta que fue absorbida por un grupo editorial multinacional. Además de permitirle a su familia fundar un próspero negocio, Camille se encontró rodeado de un éxito y una popularidad inusitadas, que llegaba al punto de que algunas veces la gente lo asediaba cunado salía a pasear por las calles de París.


Flammarion no recordaba casi nada de la sesión espiritista. Sólo recordaba las frecuentes y muy poco disimuladas insinuaciones sexuales que le lanzaba la Condesa sin descanso. Él no se sentía atraído hacia ella en lo más mínimo, incluso le causaba un poco de repulsión esa nariz torcida y esa risa mordaz. En un momento de descanso de la sesión, Flammarion pudo alejarse de la Condesa y se atrevió a confiarle a Kardec lo que estaba sucediendo. Este no pudo sino volver a reir y decirle: "Más te vale que la trates bien. Está dispuesta a donarte un terreno y dinero suficiente como para que pongas tu propio observatorio." Camille, al momento de escuchar aquello, tomó una rápida decisión. Volvió al lado de la Condesa y le soltó, casi sin respirar y concentrándose en lo que más le agradaba de ella: "Querida Condesa, permitame admirarla, puesto que sus hombros son los más hermosos que haya visto jamás. Son casi tan bellos como una noche estrellada."

Durante más de un año Camille y la Condesa de Juvisy se frecuentaron. No se sabe a ciencia cierta si Flammarion llegó a serle infiel a su mujer, pero hay una gran probabilidad de que así haya sido, puesto que al poco tiempo de comenzar a frecuentarse Camille pudo poner su propio observatorio en Juvisy-sur-Orge. Desde aquel lugar, muy cerca de donde después sería enterrado Raymond Quenau, Flammarion hizo importantes observaciones a la superficie marciana, que lo llevaron a postular que en efecto existía vida inteligente en aquel planeta y que los "canales" de riego que se observaban a través de los telescopios eran prueba de ello. De cualquier modo, la Condesa estaba absolutamente vuelta loca por Flammarion, a quien asediaba con regalos y con citas. Al verlo, frecuentemente le decía: "Abráceme, Monsieur, que si no mis hombros se marchitarán como la noche al amanecer." Flammarion, que al verla no podía dejar de sentir más intensamente su perenne dolor de espalda, la complacía, incluso acariciándole el punto detrás del cuello, lentamente, casi sin querer.



Ya casi en el Siglo XX, Flammarion publicaría la que a la postre sería recordada como una de las primeras novelas de ciencia ficción en verdad apoyadas en datos científicos duros, titulada El Fin del Mundo. Esta novela, cuentan las reseñas, está dividida en dos partes: en la primera se narra cómo era el mundo antes de que un cometa se estrellara sobre su superficie; en la segunda el lector asiste a ver cómo los últimos dos humanos supervivientes, Omegar y Eva, pasan los últimos días de sus vidas en un mundo donde ya no queda nada y nada tiene sentido. En esta novela Flammarion por fin logra conjuntar sus dos preocupaciones esenciales: la vida después de la vida, y la posibilidad real y científica de que el fin del mundo viniera atravesando el manto del cielo, como en el grabado medieval. Desafortunadamente, el libro no se ha vuelto a editar en español desde 1912 y esto nos ha impedido hacer un análisis completo de la obra para esta investigación.


Un buen día la Condesa falleció. Ya llevaba un tiempo enferma de fiebres y a nadie extrañó la noticia. Flammarion se puso muy nervioso y decidió pasar un par de días en un balneario para que nadie notara que no se hallaba en absoluto entristecido por la muerte de su benefactora, sino que más bien se encontraba nervioso, muy nervioso, expectante. Pasó algún tiempo sin mayor noticia, hasta que de pronto Camille recibió un paquete de las manos de uno de los viejos criados de la Condesa. Al abrirlo, Flammarion se encontró ante un ejemplar de uno de sus propios libros, Les Terres du Ciel, hermosamente empastado en una piel suave y rugosa a la vez. Y junto al libro, una pequeña nota. Escrita de puño y letra por la condesa, decía lo siguiente: "Para que nunca deje de estar cerca de ti y puedas seguir disfrutando de esta espalda y estos hombros, que siempre fueron más tuyos que míos. La Piel del Cielo, para cubrirse a sí misma."

11.1.06

mariana ríos

A veces abro mi iTunes y, como por arte de magia, me aparecen, además de mis canciones, las rolas de una tal Mariana Ríos, que no conozco.

 Posted by Picasa

Mi computadora se conecta a través de una red inalámbrica, a pesar de que es una PC de escritorio. Las razones de esto son muchas y muy largas, y no vale la pena contarlas aquí. El caso es que creo que la tal Mariana se cuelga de mi conexión, que está abierta, pero no desprotegida.
Me da mucha curiosidad esta persona que está lo suficientemente cerca de mí como para compartir una conexión, que tiene un gusto tan, ¿malo? ¿común y corriente? (AlejandraGuzmán y RicardoArjona), pero que tiene destellos de tonalidad (Nirvana, PearlJam, CaféTacuba).
¿Quién podrá ser? ¿Quién?
Seguro es una de mis vecinas, pero no la conozco. La gran mayoría de mis vecinos son una incógnita para mí.
Como buen navegante de internet -freak- que soy, metí su nombre a Google para ver si la encontraba. El primer resultado fue este:


¿Será?
Como es altamente improbable que una modelo colombiana se esté conectando por mi router inalámbrico -y medio desnuda, para colmo-, he decidido averiguar quién es y conocerla en persona, sea quien sea, pero no sé cómo.
¿Alguna sugerencia para que pueda averiguar quién es esta persona, en persona, sin parecer un stalker? ¿Hay algún modo de ver desde dónde viene la conexión?

Update (16/ene): Al poco tiempo (minutos) de escribir este post me di cuenta de que, en realidad, la colección de música de la tal Mariana Ríos, modelo o no, apesta. Y como sólo sé eso de ella, la verdad no me interesa en lo más mínimo. Tengo mi propia fuente de fantasías, y la adoro.

9.1.06

3 cosas

1. Feliz Año Nuevo. Bienvenidos de vuelta. Ya hay un cuento aquí desde el otro día, vendrán más.

2. Gracias a Don Humphrey Bloggart (N.Mondaca) puesto que recibí por correo su libro de cuentos -"Relatos de Ocio"- como parte del pequeño intercambio navideño que organizamos, jeje. Pronto, los comentarios.

3. Dejo esta imagen siguiendo una idea que -apenas- leo en el blog de Guillermo Vega Zaragoza: Ombloguismo. Enlazando a los Alquimistas del Diseño, un blog que debería leer más. Por aquello de leer más, digo, de lo que sea.

6.1.06

Pequeñas Victorias

I.

En la Plaza Central de la Ciudad Capital del Diminuto País está el Gran Monumento a la Patria. Se trata del vaciado en bronce de una carreta jalada por tres burros.

La historia del monumento va más o menos así: al final de la Guerra de los 36 Días contra su país vecino, el Gran Imperio, el ejército del Diminuto País se enfrentó al enemigo en las planicies de Río Tito una tarde neblinosa y con lluvia. El comandante en jefe de las tropas Diminutenses, el General López, dio la orden de atacar cuando la lluvia helada arreciaba más fuerte, la niebla estaba más espesa y el viento soplaba en su contra. Sus razones: "Lo último que esperan estos Imperiales es un ataque en este momento".

En efecto, los imperiales lo último que esperaban era un ataque en esas absurdas condiciones y estaban tomando el té cuando las tropas de los Diminutenses entraron al campamento enemigo sin haber disparado una sola bala. La sorpresa fue tal de ambos bandos que durante unos minutos nadie supo qué hacer. El General López, al verse dentro del campo enemigo con su ejército intacto, dio por ganada la batalla y la guerra y dio la orden de retirarse a festejar. Pero los grandes imperios no se forjan nada más así, y el General Watts del ejército Imperialista dio la orden de atacar a los Diminutenses por la espalda.

La masacre fue total. Sólo sobrevivieron el General López y un puñado de soldados. Al día siguiente, al acercarse al campo de batalla para recuperar los cuerpos de los soldados muertos, encontraron intacta una carreta jalada por tres burros, vivos, que había servido para transportar balas de cañón. El General López condecoró a los burros y declaró a la carreta como "Símbolo de la más Grande Victoria Nacional".