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28.5.12

De sistemas a sistemas

Casi todos comenzamos usando Windows. Esto es así con toda probabilidad, aunque hubo otros sistemas antes. Aunque Windows no ha sido nunca revolucionario (a pesar de que siempre ha querido mostarse como tal), lo cierto es que por algún tiempo fue mejor que lo que había antes y en el momento en términos de estabilidad, procesos, integración y compatibilidad. Windows fue un sistema ubicuo, y funcional, durante varios, muchos, años y nos acostumbramos a él.

Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, Windows se empezó a llenar de problemas: corrupción (por virus y otras causas), procesos y programas innecesarios, piratería, pérdida de archivos, obsolescencia programada, incompatibilidad de elementos tanto internos como externos, mala asignación de recursos y prioridades, incapacidad para realizar procesos complejos específicos, comandos contradictorios, ayuda y soporte inservible o inexistente y los temidos errores fatales inesperados conocidos como "pantallas de la muerte". 

De vez en vez, Windows propone, aún, una actualización: nuevas versiones que prometen acabar con todos estos problemas pero que en esencia parten de lo mismo y muchas veces son menos estables y menos compatibles. Durante un tiempo estas actualizaciones de Windows fueron obligatorias. Las nuevas versiones de Windows muchas veces conllevan cambios que no son nada intuitivos, por lo que es necesario volver a aprender y acostumbrarse; eso cuando se puede instalar en tu configuración anterior y no se tiene que empezar de cero. No sólo eso, sino que el sistema mismo de Windows es cada vez más caro (licencia del sistema, licencia de paquetería de oficina, licencia de antivirus y todo el resto de programas) y viene con varias restricciones según la versión instalada. Para la siguiente versión Windows promete acabar con todos los problemas del pasado y mirar hacia el futuro, pero a muchos no los engaña: después de todo, Windows sigue siendo Windows.

Desde hace unos años, y cada vez más, muchos prefieren Mac en vez de Windows. Mientras que se puede decir que Mac fue el primer sistema innovador, el cruce de caminos con Windows al pasar de los años ha provocado que muchas cosas sean similares en ambos sistemas. Por ejemplo, mientras que algún tiempo fueron completamente incompatibles hoy se pueden intercambiar bajo la misma configuración, incluso sin reiniciar el sistema. Hay muchas cosas que Mac hace bien que Windows no: es más estable (aunque propenso a fallos), tiene menos procesos innecesarios (lo que permite enfoques específicos), es poco propenso a colgar programas y, aunque ya se han dado casos de corrupción por virus y malos elementos de software malintencionado, esto no es común todavía al nivel de Windows. 

El problema con Mac es de otra índole, pero similar: ambos sistemas, Mac y Windows, son de plataforma cerrada. Esto significa, en ambos casos, que no es fácil alterar el sistema para que haga lo que uno quiere si se tiene, por ejemplo, una necesidad específica pero no común. En el caso de Mac este problema es doble: la plataforma es cerrada también en sus elementos externos y cualquier alteración no autorizada, por mínima que sea, nulifica la garantía. En este sentido, al menos Windows te permite desarrollar, instalar y compartir nuevos elementos y partes de manera privada; Mac sólo permite  esto último previo pago de una licencia de desarrollo, muchas veces incosteable, o con partes autorizadas y carísimas. Por si fuera poco, la aprobación por parte de Mac depende de un proceso estricto de filtros insondeables y conservadores que se rehusan a llamar censura. 

Sí, el resultado es más estable, funcional y estético con Mac que con Windows, pero el costo de ello es altísimo, no sólo monetariamente: con Mac hay que renovarlo y recomprarlo todo continuamente, o volverse obsoleto. Lo que queda con Mac es esperar que la máquina no falle nunca, en ninguna de sus piezas o partes, porque reemplazarlas es imposible, cosa que siempre termina por pasar. Y por supuesto, muchos se van quedando atrás, y el costo aumenta: los resultados de las aplicaciones y elementos que compraste para uso con Mac no se pueden exportar a otro sistema fácilmente, a pesar de que sean tuyos. En este sentido, dejar a Mac atrás causa, artificialmente, aún más pavor que dejar a Windows, por miedo al costo en tiempo y dinero en la compatibilidad. Y Mac lleva tanto tiempo siendo Mac que es difícil que cambie.

Hay al menos una tercera opción, que es Ubuntu. Hay muchos "sabores" de este tipo de sistema, pero en este ejemplo hablaremos de Ubuntu por ser el de mayor uso. Aunque Mac y Ubuntu parten de lo mismo (no ser Windows, de entrada), las diferencias entre ambos son notorias. Ubuntu está construido sobre un sistema de plataforma libre recursiva, esto quiere decir, entre otras cosas, que es de uso y descarga gratuita, y también quiere decir que el usuario es libre de modificarlo y de compartir los cambios que le haga al sistema siempre que se mantenga la intención original. Con esta apertura en la base, la comunidad ha construido programas que hacen igual o mejor lo que hacen los de Windows y Mac, y, en la mayoría de los casos, estos programas son gratuitos, porque están construidos por los usuarios para el bien común. ¿De que viven los desarrolladores de Ubuntu, entonces? De vender plataformas profesionales para servidores y soporte e integración para empresas, por ejemplo, o de donativos, premios y hasta publicidad. La plataforma es libre para usuarios y para desarrolladores por igual.

Ubuntu está lejos de ser un sistema con la especificidad de Mac o la amplitud de Windows, pero funciona. El chiste de Ubuntu, en ese sentido, es doble: uno tiene que trabajar más para que Ubuntu funcione, pero una vez que lo hace, lo hace mejor que los otros sistemas. Esto es, en parte, porque es abierto y todos pueden ver cómo funciona y se puede modificar en todas sus partes. Y el sistema abierto de Ubuntu también es garantía de mayor seguridad: parece contradictorio, pero las llaves disponibles y las puertas abiertas significan mayor seguridad para el conjunto, a través de la transparencia y la igualdad entre usuarios y desarroladores. No hay virus, y el software malintencionado desaparece por la autoregulación de los miembros de la comunidad. Esto no significa que Ubuntu no se trabe o no se descomponga: lo hace, pero hay modo de arreglar el problema sin que el costo sea mayor. 

Ubuntu está muy distante de ser perfecto. Tal vez nunca lo sea, y el que se tenga que trabajar para que funcione aleja a muchos usuarios que prefieren los jardines cerrados y funcionalidad automática de Mac. Incluso puede ser que mañana se decida que se va a hacer de Ubuntu un sistema cerrado por pago, o puede ser que por falta de interés de la comunidad Ubuntu se llene de corrupción y virus como Windows. Sin embargo, si eso ocurriera, bastará con migrar de Ubuntu a otro nuevo sistema abierto sin siquiera tocarse el corazón: uno no pierde ni compatibilidad ni archivos, ni derechos de uso, al pasarse a otro sistema abierto. También es cierto que Ubuntu es mucho menos conocido que Mac y que Windows. No es de extrañar: a los monopolios que mantienen restricciones en uso y licencias de programas y archivos en Mac y Windows, que han ganado sus posiciones porque se alimentan unos a otros, no les conviene que se cambien usuarios a Ubuntu, y por ello inundan el mercado con publicidad que ahoga las voces que sugieren un cambio. Pero la marcha es incontenible, porque no importa que el sistema sea Ubuntu o cualquier otro, siempre que sea de plataforma libre.

Lo cierto es que, aún tomando en cuenta sus respectivos fallos, hay mucha más gente contenta con Mac o con Ubuntu que la que está a disgusto con ellos. Si uno ya es de Mac o de Ubuntu desde hace tiempo lo último que se debe hacer es acusar a los otros por no dejar a Windows antes: la mayoría que se anima a dejar Windows no lo había hecho antes porque no había posibilidad: era Windows o incompatibilidad y una percepción de inestabilidad; esto provoca miedo y el miedo es la mejor arma de conservación de usuarios de Windows. 

Para terminar, sólo agregar que conozco a varios que han dejado Windows y han cambiado entre Ubuntu y Mac alguna vez; lo que no conozco es a nadie que haya probado en serio Mac o Ubuntu y quiera volver a Windows.

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