Quiero pensar que porque cambié de celular mi teléfono no suena hace semanas. Pero tampoco suena el de mi casa. Ni me llegan mails, ni mensajitos.
Desde que acabé la universidad sólo tengo cosas que hacer la mitad de la semana, la mitad del día. Y tampoco me divierte ya tanto dar clases. No es culpa de mis alumnos, más bien es culpa mía, quiero pensar.
El caso es que me aburro, y no sé qué hacer.
Yo pensaba que una vez con el libro impreso las cosas iban a ser distintas: lo único distinto ahora es que mi aburrimiento es más patente y latente.
Y en este cuarto hace calor.
No soy mejor persona que nadie por haber escrito un libro, ni por haberlo publicado, ni al contrario, soy simplemente un hombre aburrido. Con mejor ortografía que la mayoría, sí, pero aburrido de todas formas.
La (poca) gente cercana a mí, o la poca gente que dejo que se aproxime lo suficiente para permitir decirme cosas del estilo, me dice: "pues escribe más".
Pero eso es exactamente lo último que tengo ganas de hacer. Aunque tal vez debería hacerlo...
No ha cambiado nada, nada. Y los que tienen tu libro en las manos te miran como si algo debiera cambiar, como si salir en el radio y que escriban sobre ti forzosamente trajera consigo un cambio. Algunos, lo sé, me miran esperando un cambio enorme.
Y no va a pasar nada. Sigo siendo el mismo hipocondriaco paranoide que he sido siempre. El tráfico me sigue atascando, me sigo sentando frente a la computadora a ver el progreso de avance de un archivo que no termina de bajar, haciéndome apuestas mentales a ver en qué momento va a cambiar de
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Mi vida social tampoco ha mejorado. Sigo teniendo a mis mismos tres o cuatro amigos de toda la vida (exceptuando a los perdidos por la distancia), y seguimos haciendo las mismas cosas, pero en distintos escenarios.
Me siento un poco como cuando vivía en España y no conocía a nadie y no había nadie en las calles para conocer porque hacía mucho pinche frío. Y mi única conversación del día era el brevísimo intercambio de palabras con el que me vedía el pan y el periódico, y mi única distracción era ver "Crónicas Marcianas" o "Pasapalabra" en la tele y releer los únicos dos libros que no me provocaban una repulsa absoluta y que hoy prefiero no recordar.
Me siento vacío, sí. Y me siento más vacío porque la gente me mira como pensando "me gustaría estar en su lugar". Y me dan cosas para que yo las lea y les dé mi opinión... Si supieran lo que pienso, lo que me pasa: no me emociona el cine, ni salir, ni escribir, ni mucho menos leer.
Y me preguntan de mis cuentos y no tengo nada que decir al respecto, porque mis cuentos me causan agruras. Los leí tanto, corrigiéndolos, buscando errores, erratas, que ahora ya no los puedo leer. De hecho mi libro sería el último que recomendaría. Más bien tengo ganas de recomendar la lectura de las "Confesiones de un Payaso" de Heinrich Böll.
Pero no estoy triste, solamente me siento, así, raro, aunque la palabra ya haya desesperado hasta a mis conocidos más íntimos. Y me la paso poniendo y poniendo el The Wall, una y otra vez.
There is no pain, you are receding
A distant ship, smoke on the horizon
You are only comming through in waves
Your lips move, but I can't hear what you're saying
When I was a child, I had a fever
My hands felt just like two balloons
Now I have that feeling once again, I can't explain
You would not understand, this is not how I am
I have become...
I got a little black [orange] book with my poems in it...
I got amazing powers of observation...
I've got a strong urge to fly,
But I've got nowhere to fly to.
No me estoy quejando, no interpreten esto como uno de tantos blogs que de pronto empiezan con quejidos y no paran. Tal vez simplemente estoy avisando que no, ser el autor de este blog, por el momento, al menos, y al contrario de lo que pudiera parecer, no es fenomenal, ni mucho menos.
Con todo y libro naranja.
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