I. Fracasos
Jaime llevaba muchos años tratando de echar a andar su máquina del tiempo. Sabía que le faltaba poco, a pesar de que las pruebas siempre eran fallidas. Una vez metió un libro al sistema y lo encontró tres meses después en Maruata, Michoacán. Otra vez metió un mensaje en una botella y se lo devolvieron pasados unos meses por correo, con fecha del envío en la máquina y sellos de las Filipinas.
II. ¡Funciona!
El meollo no era el tiempo, sino el espacio. Así, con un globo aerostático y mucha paciencia, Jaime logró hacer su primer experimento. Primero, envió al futuro un períódico (un día solamente); a la siguiente mañana echó a andar la máquina vacía, subió el globo, esperó unos minutos y lo bajó. Encontró el diario que había enviado el día anterior al futuro.
III. Apariciones
Entonces Jaime fabricó una máquina del tiempo con suficiente tamaño par albergar a tres o cuatro personas y envió al futuro (unas horas apenas) a su asistente. Cuál sería su sorpresa cuando al bajar el globo aerostático no sólo no lo halló vacío (cosa esperada puesto que el asistente habíase ido unas horas al futuro), sino que de la máquina bajaban cuatro personas completamente extrañas provenientes de diversos tiempos en el futuro.
IV. ¿Boleto?
Los viajantes no tardaron en explicarle que su máquina había tenido tal éxito que ahora había una fila larguísima de espera para viajar al pasado desde diversos momentos en el futuro. Tanta era la gente que ya esperaba el viaje (desde algún momento del tiempo) que si en ese instante Jaime hubiera querido procurarse un boleto, le habría tocado el número 123219004. Y eso que los boletos son, eran y serán caros.
V. Verbal
Jaime comprendió, comprende y comprenderá dos cosas: la primera es que sólo se puede viajar hasta el momento en el que echó a andar su máquina, no más atrás nunca, y que todo lo que va a ocurrir ya ha ocurrido y está ocurriendo. Así, cuando le tocara viajar por el tiempo a él, ello ya habría ocurrido, fuera la época que fuera a la que viajara, como si siempre hubiera estado ahí. En ese momento (y en todos, en realidad) Jaime se percató que viajar por el tiempo, entonces, carecía por completo de interés.
Instrucciones para usar este blog: leer. Si el título empieza con mayúscula, el texto es un cuento o ensayo; si no, pues no.
blurblog en newsblur
20.5.09
13.5.09
discoteca de similares
He decidido empezar una mini serie musical aquí. ¿Qué tan mini? Igual y es sólo esta entrada. ¿En qué consiste? En encontrar similitudes entre canciones.
Por ejemplo: ¿A nadie le parece que Who's gonna ride your wild horses de U2 es en esencia (o sea, en fondo) casi igual a Quién te cantará de Mocedades? Lo más preocupante es, ¿cuál fue primero?
Por ejemplo: ¿A nadie le parece que Who's gonna ride your wild horses de U2 es en esencia (o sea, en fondo) casi igual a Quién te cantará de Mocedades? Lo más preocupante es, ¿cuál fue primero?
3.5.09
incentivos
Aviso: para incentivarme a escribir en mi blog he implementado unos cambios en él, la mayoría muy leves, pero sustanciales.
El primero es que le puse publicidad. Ni modo; lo hago porque espero me impulse a ver si ahora sí recibo más visitas. No creo estar haciendo mal, si pensamos que es muy poco invasiva, que se puede ignorar fácilmente y que mi blog llevaba ya cinco años y medio sin gota de publicidad.
El segundo cambio es que he puesto que todas mis entradas se vean en Facebook y Twitter automáticamente. Esto es un incentivo doble para escribir, al menos a mis ojos.
Tercero, he hecho sutiles cambios al código que significarán que el blog cargará mucho más rápido (se quedaba colgado con frecuencia).
Lo siguiente sería cambiarle el diseño, pero eso ya me da un poco más de flojera (sobre todo ya que este funciona bien).
El primero es que le puse publicidad. Ni modo; lo hago porque espero me impulse a ver si ahora sí recibo más visitas. No creo estar haciendo mal, si pensamos que es muy poco invasiva, que se puede ignorar fácilmente y que mi blog llevaba ya cinco años y medio sin gota de publicidad.
El segundo cambio es que he puesto que todas mis entradas se vean en Facebook y Twitter automáticamente. Esto es un incentivo doble para escribir, al menos a mis ojos.
Tercero, he hecho sutiles cambios al código que significarán que el blog cargará mucho más rápido (se quedaba colgado con frecuencia).
Lo siguiente sería cambiarle el diseño, pero eso ya me da un poco más de flojera (sobre todo ya que este funciona bien).
27.4.09
Sobre la influenza y Doce monos
Cuando se estrenó Doce monos tenía como 16 años y la fui a ver a un cine que ya no existe. Recuerdo que iba acompañado de la que entonces era mi novia y en realidad íbamos al cine a besarnos, más que a ver la cinta. Hasta ahí todo bien, sin embargo, y no me dejarán mentir aquellos que también sean cuatro ojos, ir al cine a besarse con la novia y ver la película cuando uno necesita anteojos es casi imposible. Así las cosas, como la película estaba realmente buena y estaba muy interesado en besar a la novia también, cada cinco minutos tenía que limpiar los vidrios de mis gafas para poder seguir la acción en pantalla.
Los que la han visto recordarán que hay una escena clave: cuando el padre del personaje que interpreta Brad Pitt está en su laboratorio y vemos por primera vez al científico loco que va a soltar el virus, que es uno de los trabajadores del lugar. Pues bien, justo tuve que limpiarme los lentes antes de esa escena y como consecuencia, cuando al final se revela la identidad del verdadero culpable, no supe de quién se trataba y me sentí engañado. De hecho, sólo hasta que la pude volver a ver años después entendí del todo qué era lo que había pasado.
En realidad lo que me ocurrió no es consecuencia de un problema de percepción, sino de un ejercicio de narrativa: la película no se trata de encontrar al verdadero culpable de la epidemia, sino de explicar la vida del personaje que interpreta Bruce Willis, explicar quién es el narrador (¿la voz que escucha en su cabeza?), y por qué es esencial su existencia para el mundo que lo rodea. ¿Cómo? Dejándonos ver que la confusión es inevitable si se vive circularmente como lo hace el personaje.
El que al final se explique de dónde salió el virus no es un problema de verosimilitud, sino de catársis: deja escapar la tensión de los espectadores, quienes en realidad no pueden "tornar las páginas" para volver a analizar un fragmento de la película y darse cuenta de qué era exactamente lo que estaba pasando. El texto subyacente, lo que en verdad es valioso de la película, puede perfectamente prescindir de la explicación apocalíptica y estoy seguro de que esa era la intención original. También puedo entender las razones por las que no se haya hecho de ese modo: la desazón causada por un final así puede ser tan angustiosa como la causada por una verdadera epidemia.
Y es que las verdaderas epidemias no tienen sentido, ni causante único. Por eso Doce monos trata de todo menos de doce monos. Las catástrofes, aún las ficticias, son como el colapso de la economía, ¿a quién echarle la culpa? Claro que siempre habrá chivos expiatorios, y esas pequeñas catarsis resuelven las tensiones de la angustia y la histeria colectiva poco a poco, aunque la enfermedad no sea paliada, como sucedía con las brujas y los gatos durante la peste negra. No obstante, y a pesar de que la muerte y destrucción estén rampantes, son las experiencias creadas en torno a la catástrofe lo que en verdad permanece. Recordemos, si no, el Decamerón, el teatro isabelino.
¿Acabará la influenza porcina con nuestra civilización tal como ocurre en Doce monos? ¿Se expandirá como una ruta de vuelo: "Woooo-eeee. San Francisco, New Orleans, Rio de Janeiro, Rome, Kinshasa, Karachi, Bangkok, Peking! That's some trip you're taking, sir. All in one week!"? Las probabilidades son muy pocas, cierto, pero con menos probabilidades todos los días cientos de millones de personas compran billetes de lotería. Así que ya saben: si por estos días aparece un hombre que dice que viene del futuro y que hay que quemar las granjas de cerdos y los bancos, no lo tachen de loco tan rápido: puede ser Bruce Willis.
Los que la han visto recordarán que hay una escena clave: cuando el padre del personaje que interpreta Brad Pitt está en su laboratorio y vemos por primera vez al científico loco que va a soltar el virus, que es uno de los trabajadores del lugar. Pues bien, justo tuve que limpiarme los lentes antes de esa escena y como consecuencia, cuando al final se revela la identidad del verdadero culpable, no supe de quién se trataba y me sentí engañado. De hecho, sólo hasta que la pude volver a ver años después entendí del todo qué era lo que había pasado.
En realidad lo que me ocurrió no es consecuencia de un problema de percepción, sino de un ejercicio de narrativa: la película no se trata de encontrar al verdadero culpable de la epidemia, sino de explicar la vida del personaje que interpreta Bruce Willis, explicar quién es el narrador (¿la voz que escucha en su cabeza?), y por qué es esencial su existencia para el mundo que lo rodea. ¿Cómo? Dejándonos ver que la confusión es inevitable si se vive circularmente como lo hace el personaje.
El que al final se explique de dónde salió el virus no es un problema de verosimilitud, sino de catársis: deja escapar la tensión de los espectadores, quienes en realidad no pueden "tornar las páginas" para volver a analizar un fragmento de la película y darse cuenta de qué era exactamente lo que estaba pasando. El texto subyacente, lo que en verdad es valioso de la película, puede perfectamente prescindir de la explicación apocalíptica y estoy seguro de que esa era la intención original. También puedo entender las razones por las que no se haya hecho de ese modo: la desazón causada por un final así puede ser tan angustiosa como la causada por una verdadera epidemia.
Y es que las verdaderas epidemias no tienen sentido, ni causante único. Por eso Doce monos trata de todo menos de doce monos. Las catástrofes, aún las ficticias, son como el colapso de la economía, ¿a quién echarle la culpa? Claro que siempre habrá chivos expiatorios, y esas pequeñas catarsis resuelven las tensiones de la angustia y la histeria colectiva poco a poco, aunque la enfermedad no sea paliada, como sucedía con las brujas y los gatos durante la peste negra. No obstante, y a pesar de que la muerte y destrucción estén rampantes, son las experiencias creadas en torno a la catástrofe lo que en verdad permanece. Recordemos, si no, el Decamerón, el teatro isabelino.
¿Acabará la influenza porcina con nuestra civilización tal como ocurre en Doce monos? ¿Se expandirá como una ruta de vuelo: "Woooo-eeee. San Francisco, New Orleans, Rio de Janeiro, Rome, Kinshasa, Karachi, Bangkok, Peking! That's some trip you're taking, sir. All in one week!"? Las probabilidades son muy pocas, cierto, pero con menos probabilidades todos los días cientos de millones de personas compran billetes de lotería. Así que ya saben: si por estos días aparece un hombre que dice que viene del futuro y que hay que quemar las granjas de cerdos y los bancos, no lo tachen de loco tan rápido: puede ser Bruce Willis.
22.4.09
31.3.09
cucharas
Estoy leyendo un "libro acuático" (maravillosa cosa: no se deshace cuando se moja) de textos algo simplones de un señor llamado Luis Piedrahita titulado ¿Cada cuándo hay que lavar un pijama?
Leí un párrafo que es la descripción exacta de mi trabajo, sólo que con cucharas:
Leí un párrafo que es la descripción exacta de mi trabajo, sólo que con cucharas:
"Puede ser, por ejemplo, cucharilla de azucarero. Todos los cubiertos la envidian: '¡Qué vida tan dulce! ¡Oh, qué envidia!' Pero de eso nada. Es la dulcísima amargura de la cuchara que ya no disfruta del azúcar. Es como ese gasolinero al que ya no le hace ilusión el olor a gasolina. De hecho, a la pobre le sale una costra que empieza siendo blanca y acaba siendo marrón."
24.3.09
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Ten copies
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18.3.09
cosas que aprendí antes de los 30
1. A todas las mujeres les gusta, les encanta, comprar cosas nuevas. Cuando veas a alguna mujer y no tengas nada qué decirle, puedes intentar: "Qué bonito tu [accesorio], ¿es nuevo?"
2. Los taxistas, los traductores y los dentistas son muy parecidos. Sólo los hay de dos tipos: los que quieren hablar todo el rato y los que no quieren que les dirijas la palabra. Supongo que será la soledad del oficio.
3. Nadie va por el mundo buscando comprar un mazo de cartas de poker.
4. Los placeres instantáneos dan más placer si hay tiempos de crisis.
5. La gente siempre juzga los libros por sus cubiertas. Hasta que los leen, claro. De hecho, puedes saber si alguien es un lector con el siguiente test: pregúntale cuál es el libro que más le haya gustado en los últimos meses y por qué; si te describe la portada, no lo leyó. Nadie va por la vida pensando que qué bueno estaba eso de Cien años de soledad porque "qué bonita cubierta".
6. Nunca subestimes el poder de un chocolate para ganarte pequeños favores.
7. El que alguien te haga reír no significa que sea tu amigo.
8. Hay extraños que te marcan más que tu familia sin siquiera convivir con ellos.
9. Si sabes los dos apellidos de alguien quiere decir que o los conociste antes de la universidad, o llevas mucho tiempo en tu trabajo.
10. Dos veces no es siempre casi nunca.
11. Dos veces es siempre, a veces.
12. No puedes tener demasiado amor, pero sí demasiado queso.
13. Si deseas algo realista y lo intentas, es probable que se te cumpla. El problema con los deseos es que se necesita mucho discernimiento para distinguir la tenue línea entre los realistas y los imposibles.
14. Hay que tener cuidado con los deseos que se cumplen. También con los que no, porque se pueden cumplir en el peor momento.
15. Enamorarse es como encender la tele y que justo empiece la película que siempre quisiste ver.
16. El valor de una buena comida es inconmensurable.
17. Comprar algo de marca sólo por la marca es de idiotas. Pero todos lo hacemos, unos con más frecuencia que otros.
18. El dinero vale más cuando apenas alcanza que cuando tienes de sobra o debes mucho.
19. Los estereotipos por países son tan fallidos, o tan acertados, como los zodiacales.
20. No hay dinero suficiente en el mundo para hacerte correr si tienes ampollas en los pies.
21. Manda a hacer unas tarjetas de presentación (personales) lindas y lleva un par encima siempre.
22. Hay que revisar las cuentas de correo antiguas al menos una vez a la quincena.
23. Cuando alguien es tu ex, lo es para siempre.
24. Puedes aprender más en un mes traduciendo obsesivamente la wikipedia que en un curso universitario (y no por el contenido de lo traducido).
25. Criticar a la gente por tener mal gusto es de mal gusto.
26. A menos que la hayas compuesto tú mismo, el mundo no quiere saber qué tipo de música te gusta. Bájale.
27. Las faltas de ortografía no sirven para separar a los buenos escritores de los malos, pero sí ayudan en el 99% de los casos.
28. Hay que respaldarlo todo, incluso las viejas cartas de amor.
29. Una buena contraseña que incluya números, que sea fácil de cambiar con frecuencia y que no se te olvide vale su peso en uranio.
30. La mala poesía es como un bisoñé: se ve desde lejos.
2. Los taxistas, los traductores y los dentistas son muy parecidos. Sólo los hay de dos tipos: los que quieren hablar todo el rato y los que no quieren que les dirijas la palabra. Supongo que será la soledad del oficio.
3. Nadie va por el mundo buscando comprar un mazo de cartas de poker.
4. Los placeres instantáneos dan más placer si hay tiempos de crisis.
5. La gente siempre juzga los libros por sus cubiertas. Hasta que los leen, claro. De hecho, puedes saber si alguien es un lector con el siguiente test: pregúntale cuál es el libro que más le haya gustado en los últimos meses y por qué; si te describe la portada, no lo leyó. Nadie va por la vida pensando que qué bueno estaba eso de Cien años de soledad porque "qué bonita cubierta".
6. Nunca subestimes el poder de un chocolate para ganarte pequeños favores.
7. El que alguien te haga reír no significa que sea tu amigo.
8. Hay extraños que te marcan más que tu familia sin siquiera convivir con ellos.
9. Si sabes los dos apellidos de alguien quiere decir que o los conociste antes de la universidad, o llevas mucho tiempo en tu trabajo.
10. Dos veces no es siempre casi nunca.
11. Dos veces es siempre, a veces.
12. No puedes tener demasiado amor, pero sí demasiado queso.
13. Si deseas algo realista y lo intentas, es probable que se te cumpla. El problema con los deseos es que se necesita mucho discernimiento para distinguir la tenue línea entre los realistas y los imposibles.
14. Hay que tener cuidado con los deseos que se cumplen. También con los que no, porque se pueden cumplir en el peor momento.
15. Enamorarse es como encender la tele y que justo empiece la película que siempre quisiste ver.
16. El valor de una buena comida es inconmensurable.
17. Comprar algo de marca sólo por la marca es de idiotas. Pero todos lo hacemos, unos con más frecuencia que otros.
18. El dinero vale más cuando apenas alcanza que cuando tienes de sobra o debes mucho.
19. Los estereotipos por países son tan fallidos, o tan acertados, como los zodiacales.
20. No hay dinero suficiente en el mundo para hacerte correr si tienes ampollas en los pies.
21. Manda a hacer unas tarjetas de presentación (personales) lindas y lleva un par encima siempre.
22. Hay que revisar las cuentas de correo antiguas al menos una vez a la quincena.
23. Cuando alguien es tu ex, lo es para siempre.
24. Puedes aprender más en un mes traduciendo obsesivamente la wikipedia que en un curso universitario (y no por el contenido de lo traducido).
25. Criticar a la gente por tener mal gusto es de mal gusto.
26. A menos que la hayas compuesto tú mismo, el mundo no quiere saber qué tipo de música te gusta. Bájale.
27. Las faltas de ortografía no sirven para separar a los buenos escritores de los malos, pero sí ayudan en el 99% de los casos.
28. Hay que respaldarlo todo, incluso las viejas cartas de amor.
29. Una buena contraseña que incluya números, que sea fácil de cambiar con frecuencia y que no se te olvide vale su peso en uranio.
30. La mala poesía es como un bisoñé: se ve desde lejos.
12.2.09
otra vez
He tenido que aprender a escribir.
He tenido que aprender a leer.
De nuevo.
Hay demasiado que decir; hay demasiado que entender.
Y aún así no es suficiente.
He tratado de volver a decir.
Una y otra vez.
Tal vez ahora sí lo logre.
He tenido que aprender a leer.
De nuevo.
Hay demasiado que decir; hay demasiado que entender.
Y aún así no es suficiente.
He tratado de volver a decir.
Una y otra vez.
Tal vez ahora sí lo logre.
27.11.08
encuentre la diferencia
Major labels function with the assumption that 90 percent of artists they sign are going to fail — that should have been a red flag for everybody. I mean that’s a bizarre business model in any arena. But particularly in the cultural arena, the idea that the system through which culture is transmitted is dictated entirely by profit should concern us, because that’s going to narrow the types of culture that are transmitted. And then, on top of that, the alternative venues of distribution are stuck in the shadows of these major labels. So it’s not like there’s a viable alternative, necessarily, for artists who don’t fit into this very narrow range that can become the 10 percent that are profitable and popular.
Bethany Klein, ROCK STAR! (Brought to You by HUGE ADVERTISER!) Vía BoingBoing.
Van 10,000 puntos a quien encuentre la diferencia entre esto y la industria editorial.
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