¿Cuándo termina un día? El día termina cuando cae el sol, sí, pero ¿cuándo, humanamente, acaba un día y se pasa al otro? Pensar que sea cuando dan las doce de la noche es como creer que en verdad cuando se pasa la línea del tiempo internacional ya es otro día, es como creer que en Nepal se está acabando el día siguiente a este, que para mí no ha empezado, aún, a terminar. Supongamos, entonces, que si bien no se sabe cuándo termina un día, el día comienza cuando uno despierta. Bien.
A las 3:52 de la madrugada me levanté para ir al baño. Llanta, nuestra gata de seis meses, estaba dormida pero ello no le impidió maullar junto a la puerta para que la saludara al salir. Luego bebí un vaso de agua o tal vez de cocacola y volví a la cama.
El día volvió a comenzar a las 7:13. El gato maullaba. Me metí al baño de nuevo, luego abrí la llave de la regadera. Hace tres semanas cambiamos el calentador de 22 años de el departamento por uno nuevo y automático. Mis "regaderazos" han pasado de ser de tres minutos y medio a ser de casi quince. Agua caliente: no hay nada mejor en el mundo. La espuma en mi cabeza detonó dos ideas: debo cortarme el pelo pronto y ¿cuándo fue la última vez que fui? Mi peluquero vive a la vuelta de la casa de mis papás, bastante más lejos de donde ahora vivo. Siempre digo que si viviéramos en Europa, mis papás vivirían en Suiza y yo en Italia, no por las condiciones, sino por las distancias.
El peluquero en realidad se mantiene no de su clientela civil sino de la cantidad de soldados que pasados largos fines de semana o periodos de permiso necesitan un corte de pelo para pasar la revisión al volver al campo militar #1, que está casi en frente. Antes, cuando lo iba a ver más seguido (los sábados al medio día nunca tiene gente esperando) me divertía oyéndolo contar cómo se iban los muchachos a las inundaciones, a los terremotos, a ayudar. Ahora no: sólo quedan cuentos trágicos de cómo cada vez van menos muchachos a verlo, porque los tienen en Ciudad Juárez, muriéndose o cortándose el pelo en otro lado. Creo que, como cada vez que voy tiene menos gente, el peluquero va cobrando más. No sé: le doy cincuenta pesos y él no hace por darme cambio aunque cuando empecé a ir con él (hace ya diez años) cobraba 20.
El vestirse es tan obvio que nadie lo cuenta en sus cuentos. Más bien se cuenta el salir desnudo, o con la ropa equivocada. Mi mujer, mi ardilla, duerme, espero unos minutos más para despertarla. Me visto con parsimonia. Una camisa azul y unos dockers. Son cómodos los dockers: me veo más aseñorado, pero es mejor que el traje. Nunca pensé que la transición hacia una vida de oficina fuera tan... insípida. Siempre pensé que habría alguna batalla interna en mí, algo que me dijera: no, no puedes hacer eso, no hay vuelta atrás. Pero nada. Ahora llego a las 9 a la oficina, salgo a las 7 o casi y no pasa nada, es como si ese tiempo no transcurriera.
En el camino al trabajo justo pienso eso: es triste, me pone triste, que mi trabajo, que uno pensaría es increíble, esté tan vacío. Me pasó lo mismo cuando estudié letras: cuando terminé la carrera dejé de leer. Por más de un año. Bueno, leía, sí, pero ya había perdido esas ansias que alguna vez tuve por devorar novelas, cuentos y ensayos a dos por semana. Es como si mi pasión se hubiera consumido, como un amor que acaba por tedio, por verse todos los días, por libros abandonados por ahí, sin haber pasado de la página 30.
Pues si estudiar literatura mata pasiones, trabajar con ella es peor. Lo más malo es confirmar esa sospecha que uno tiene desde que empieza a estudiarla en serio: en realidad no existe. Bueno, sí, sí existe, en al menos dos sentidos: como aquella expresión humana sublime y estética que sobrepasa las barreras del tiempo para volverse, junto con el nombre de su autor, eterna, y como todo aquello escrito y legible que cumple algún fin delimitado: sea informar, entretener, difundir, asombrar; en este último punto es donde la literatura médica y la poesía decente van de la mano. No, lo que no existe es la literatura como negocio impreso. Ojalá desapareciera el papel de una buena vez, así veríamos cómo una muy buen parte de lo que se considera literario desaparecería sin que nadie lo notara. ¿Cómo? Si ya no se detenta el medio de difusión, no hay cómo hacerse notar entre millones de voces. Tengo una imprenta, tengo una editorial, tengo una librería, tengo el medio de censura oficial, tengo un premio literario: este es el método normal de la literatura. Si no pregúntenle a Pasternak, a Churchill. El día en que ya no importe quién tiene el dinero para costear el papel y la distribución, entonces vamos a ver qué en verdad es literario, de qué lado masca la iguana. Can't hardly wait.
Estoy cansado. Seguiré, mañana.
Ya es otro día, aunque en realidad es el mismo. O no, depende mucho más del tiempo que transcurra en la lectura que el tiempo que transcurra en la escritura. Qué difícil es trasladar el tiempo a la narrativa. Sólo los verdaderos buenazos lo hacen. Esto, como el estirar las reglas gramaticales, es algo que, si bien se puede aprender, no se puede enseñar. En el trabajo día con día me llegan propuestas literarias que debo rechazar sin más, la mayoría por problemas mucho mayores que el manejo temporal. Lo que llega a mis manos no es, en un 90%, ni siquiera literatura que pudiera convertirse en tal con dinero. Sí, porque el dinero en edición, corrección, un diseño lindo y un forro decente convierte la poesía pasable en decente, la decente en buena, la buena en destacable. Lo que no puede hacer es convertir la mala poesía en buena. Hay cosas que el dinero, de verdad, no puede comprar.
Lo más triste del trabajo es que me vuelve cínico. Es fácil volverse cínico cuando, en esencia, el trabajo es fácil. Parafraseando a Seinfeld, identificar la mala literatura sí es como distinguir un toupeé. Hay quien usa pelucas muy buenas, pero el disfraz siempre se cae. Y entonces el cinismo es creciente. Una que otra vez dejas que un desconocido pase el primer filtro, pero siempre es rebotado: no hay modo, puesto que la cantidad de cosas buenas que hay por ahí escritas por gente con "nombre", aún en medio de todas las malas, sobrepasa por mucho la capacidad de inversión de cualquier editor, ya no digamos de los lectores, que cada vez son menos. Hay tantos libros (y si ya llegamos hasta libros quiere decir que alguien pensó que, al menos, su contenido no es malo) que no hay espacio suficiente en el mundo para tenerlos todos.
Vino un hombre a verme. Traía consigo la poesía de cuatro generaciones familiares: él, su padre, su abuela, su bisabuelo. Todos inéditos, todos desconocidos, todos tal vez pasables. Lo rechacé sin más. Generalmente les regalo un libro y se van contentos, pero él no.
—Pero entonces, ¿cómo hago para que me lo publiquen? (Él)
—Mire, señor, en esto hay que tocar muchas puertas. (Yo)
—Pero es que ya me lo decían, en este país a nadie le interesa... (Él)
—No es que no interese, es que hay otros lugares donde estarán más interesados... (Yo)
—Pero ¿cómo van a estar más interesados si usted dice que esto no se vendería? (Él)
—No, yo le digo que lo más probable sea que, si lo dictamino, termine por ser rechazado, probablemente por sus perspectivas económicas, sin detrimento alguno de su contenido, que desconozco aún... (Yo)
—Yo pensaba que aquí interesaba la cultura. Porque eso dice en el nombre del lugar, ¿no? "Cultura"... (Él)
Y así por media hora, hasta que se cansó de que le dijera que no, y se fue.
Ayer llegaron muchas más propuestas. Tenemos hasta un código que en unos seis u ocho caracteres define el futuro de las propuestas que llegan casi cada hora a mi correo electrónico. La mayoría de los destinos es corto. Cuando llegan por correo implican más trabajo, porque cuando vienen en persona les podemos decir, de entrada, que no, que muchas gracias, que lo lleven a otro lado. Cuando llegan por correo electrónico hay que gastar tiempo y dinero en justificar los rechazos: dictámenes, registros, reportes. Resumiendo: no, no hay lugar para más libros, desistan. Por favor.
El señor de la poesía de las cuatro generaciones me causó un colapso de cinismo. Eso y que tenía que entregar unas tablas con presupuestos (que no servirán de nada, al final, como siempre) y no salí de la oficina: pedimos pizza. ¿Hay cosa más decadente que pedir pizza? No, si como a mí no te alcanza de todos modos para comer pizza todos los días a pesar de tener tanto trabajo que no puedes salir de la oficina para ir a casa a comer, por ejemplo. En estos casos, la pizza es sinónimo de todo lo que anda mal con la humanidad. Salí por la tarde del trabajo francamente agotado. Ojalá mi agotamiento se reflejara en mi estado físico, pero no hago sino engordar. Y estar cansado. Y cansarme de las necedades de la oficina, las luchas internas por los diminutos, microscópicos, cotos de poder que tienen todos los involucrados en hacer que un libro "aparezca". Noticia, queridos co-laboradores: todo esto es absurdo, sería mejor poder pasarla bien y sin intrigas, al menos.
Ya en casa, mi mujer estaba acabando unas listas y me puse a jugar con Llanta y a ver la televisión. Un hombre lleva al matadero a sus pavos, a los que había cuidado todo un año, para convertirlos en comida: se despide de ellos por su nombre (Becky, digamos), otro los cuelga de una percha de metal, les inserta un tubo en la boca y, sin más dilación, activa un interruptor que hace pasar 600 volts por el cuerpo del pavo. Un co-co-coooó breve y Becky está muerta, pero para asegurarse le rebana el cuello. El dueño de los pavos hace un gesto y va por otro. Luego, una vez muertos seis u ocho, los despluman. Uno de ellos dice que es más fácil cuando todavía están tibios, el dueño no para de repetir que qué bueno que no están sus hijos para ver aquello, las plumas de Becky y los demás pavos por todo el suelo, cubiertas de sangre.
Luego vino mi mujer, mi ardilla, y me llenó de besos. Me preguntó si me pasaba algo. Le dije que sí, que, para no hacer el cuento largo, estoy casi seguro de que si yo mismo llegara conmigo a mi oficina con mi libro de cuentos y lo propusiera para publicar, yo no me daría a mí mismo ni siquiera el beneficio de un dictamen y me rechazaría sin más. No puedo seguir así sin empezar a devorarme a mí mismo, era lo que quería decir. Mi mujer me miró, me acarició la frente y me preguntó que si quería cenar algo. Le dije que sí. Me trajo un mamey. Era un mamey perfecto. Color, olor, sabor, textura. Un japonés hubiera matado a otro por media cucharada del kilo completo de perfección de la fruta que me cené sin más contemplación. De pronto las cosas ya no parecían estar tan mal. Si el mamey está bien, ¿qué importa?
Conversamos un poco sobre frutas. ¿Será el mango primo del mamey? Yo le dije que más bien me parece que el aguacate y el mamey son parientes y que el mango es otra familia; fruta al fin, sí, pero de otra estirpe. Y aún así, entre las frutas hay tanta variedad, son como roedores: hay desde ratoncitos de campo hasta el capibara, pasando por conejos y ardillas. Y topos, me dijo mi ardilla. Nos besamos. Creo que un topo no es un roedor, le dije. No importa. Nos fuimos a la cama. Luego eran las 10:55 de la noche.
A las 11:34 de la noche me levanté de la cama, fui al baño, limpié la arena del gato, le cambié el agua y escribí la primera parte de esto. Luego, cuando me cansé, una hora después, volví a la cama.
¿Cuánto dura una noche? He tenido algunos sueños que han durado años, y noches vacías que han pasado en un segundo. Compartir los sueños, ya sea contándolos, escribiéndolos o incluso durmiendo con alguien, es materia imposible. Si ya es difícil transmitir la sensación de un día real, entonces del tiempo interno del sueño... La redacción del fluir de conciencia se encuentra, entonces, a caballo entre Los sueños de Akira Kurosawa y 24 con Kiefer Sutherland, entre Joyce y José Emilio Pacheco, entre Hamlet y Segismundo. Bien. Buenas noches, o buenos días, entonces.
(Más información)
Instrucciones para usar este blog: leer. Si el título empieza con mayúscula, el texto es un cuento o ensayo; si no, pues no.
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16.6.09
5.6.09
como no te voy a querer...
Sí, tal cual: como no te voy a querer, ¿para qué me esfuerzo en explicártelo? O, mejor aún, como no voy a ir a ver tu película, ¿para qué me preocupo en explicarte la faltotota de ortografía que en este caso sí (oh, sí que sí) cambia por completo el sentido de lo que estás tratando de decir?

Era para que alguien en Imcine (o de perdida, oh ironía, en la UNAM) le hubiera dicho al responsable de esto: "mira, como no te vamos a dar dinero..."
¿Cómo? Así, sin acento.

Era para que alguien en Imcine (o de perdida, oh ironía, en la UNAM) le hubiera dicho al responsable de esto: "mira, como no te vamos a dar dinero..."
¿Cómo? Así, sin acento.
30.5.09
dile no a cablevisión
¿Estás pensando en cambiarte a Cablevisión con su combo de televisión, internet y teléfono? No lo hagas.
Llevo ya con el servicio dos años y medio o más y siempre da problemas, sobre todo el internet (que se llama según ellos Cableaccess o no sé qué tontería), tantos que a veces desearías no tener internet del todo, mejor.
Antes de seguir, quiero dejar dos cosas claras: siempre he pagado a tiempo todos y cada uno de sus cargos; si no lo cancelo es porque no tengo modo de contratar Telmex en su lugar (que sería el único servicio "decente"); ¿como quejarse si uno no es cliente?: el problema no es mío (yo lo tengo todo en orden) el problema es de Cablevisión. Y ¿qué mejor que quejarse de su servicio usando su servcio?
¿Ejemplos? Bueno, van cuatro:
1. Cablevisión puede tardar más de tres meses en reestablecer tu conexión cuando te mudas. Eso me pasó a mí, me cambié un noviembre y nos conectaron hasta enero. No fue gracioso. Al menos no me cobraron esos meses, pero sí que me quitaron tiempo en llamadas y en espera, además de no poder tener internet en casa todo ese tiempo.
2. Cablevisión lleva bloqueando más de cuatro meses los puertos de actualización, juego en línea y tienda virtual de la consola Wii. Me consta porque está bloquedo en mi Wii y no soy el único: incluso Nintendo acepta que el bloqueo existe y que no pueden hacer nada. Si uno habla para quejarse es lo mismo: lo niegan, dicen que es problema del modem, problema de Nintendo, problema de la red y hasta de la computadora. Incluso llegarían a mandar un técnico a decir que no es problema suyo.
3. Ahora mismo, mientras escribo esto, no me funciona el internet, desde hace 5 horas. ¿Qué pasó? Lo de siempre: un segundo funciona bien y al siguiente tienes que recargar las páginas 25 veces, sin razón: no moví nada, no estaba lloviendo, no hay apagones, no tengo virus (uso Ubuntu) y de todos modos se va. No importa si sólo estás viendo Facebook, pero yo estaba tratando de trabajar, y trabajo en línea con FTPs y GoogleDocs. Qué mierda.
4. Durante más de 8 meses durante el año pasado youtube estuvo bloqueado por el internet de Cablevisión. Esto se llama "traffic shaping" y Cablevisión lo hace todo el tiempo, pero siempre lo niegan. ¿Cómo es eso? Bueno, si querías hacer cualquier otra cosa, perfecto, pero si estabas por ver un video en youtube de un minuto, ya podías estar dispuesto a esperar hasta 20 minutos a que cargara. Sí, hasta 20 minutos, peor que con un modem de 1400kbps (y yo navegué con uno de esos de 1994 a 1997, así que sé de lo que hablo). Cuando uno hablaba para quejarse los operadores se limitaban a decir que eso no era cierto y que si estaba lento era por la carga de youtube. ¿Huh? El razonamiento simplemente era absurdo, porque incluso los mismos videos de alta calidad en el mismo youtube cargaban a velocidad normal y hasta más rápida. Cablevisión tenía bloqueado la dirección de videos normales. Pero no me crean a mí, van unas ligas como muestra, unas tienen videos, porque una imagen en movimiento vale más que veinticuatro mil palabras por segundo:
Traffic Shaping Cablevisión - Foros de Byte
Pruebas contra Cablevisión - Expectáculos
Cablevisión limita y cierra puertos - Apestan
Prueba de que Cableaccess hace traffic shaping - Opinare blog
Sí, ahora ya desbloquearon youtube, pero ¿cómo sabes que no lo van a volver a hacer? Si para bloquear protocolos como el emule se inventan leyes que no existen. En serio:
El subrayado es mío. Creo que si hubieran pasado una ley prohibiendo el Peer to Peer, no sólo nos hubíeramos enterado, sino que seríamos los primeros países en legislarlo tan claramente. Eso ya sería un logro inaudito de nuestra cámara de diputados que no pueden ni legislar que no haya celulares (o televisión e internet por cable, ejem) dentro de los penales, menos aún sobre bloqueo de puertos en internet.
Llevo ya con el servicio dos años y medio o más y siempre da problemas, sobre todo el internet (que se llama según ellos Cableaccess o no sé qué tontería), tantos que a veces desearías no tener internet del todo, mejor.
Antes de seguir, quiero dejar dos cosas claras: siempre he pagado a tiempo todos y cada uno de sus cargos; si no lo cancelo es porque no tengo modo de contratar Telmex en su lugar (que sería el único servicio "decente"); ¿como quejarse si uno no es cliente?: el problema no es mío (yo lo tengo todo en orden) el problema es de Cablevisión. Y ¿qué mejor que quejarse de su servicio usando su servcio?
¿Ejemplos? Bueno, van cuatro:
1. Cablevisión puede tardar más de tres meses en reestablecer tu conexión cuando te mudas. Eso me pasó a mí, me cambié un noviembre y nos conectaron hasta enero. No fue gracioso. Al menos no me cobraron esos meses, pero sí que me quitaron tiempo en llamadas y en espera, además de no poder tener internet en casa todo ese tiempo.
2. Cablevisión lleva bloqueando más de cuatro meses los puertos de actualización, juego en línea y tienda virtual de la consola Wii. Me consta porque está bloquedo en mi Wii y no soy el único: incluso Nintendo acepta que el bloqueo existe y que no pueden hacer nada. Si uno habla para quejarse es lo mismo: lo niegan, dicen que es problema del modem, problema de Nintendo, problema de la red y hasta de la computadora. Incluso llegarían a mandar un técnico a decir que no es problema suyo.
3. Ahora mismo, mientras escribo esto, no me funciona el internet, desde hace 5 horas. ¿Qué pasó? Lo de siempre: un segundo funciona bien y al siguiente tienes que recargar las páginas 25 veces, sin razón: no moví nada, no estaba lloviendo, no hay apagones, no tengo virus (uso Ubuntu) y de todos modos se va. No importa si sólo estás viendo Facebook, pero yo estaba tratando de trabajar, y trabajo en línea con FTPs y GoogleDocs. Qué mierda.
4. Durante más de 8 meses durante el año pasado youtube estuvo bloqueado por el internet de Cablevisión. Esto se llama "traffic shaping" y Cablevisión lo hace todo el tiempo, pero siempre lo niegan. ¿Cómo es eso? Bueno, si querías hacer cualquier otra cosa, perfecto, pero si estabas por ver un video en youtube de un minuto, ya podías estar dispuesto a esperar hasta 20 minutos a que cargara. Sí, hasta 20 minutos, peor que con un modem de 1400kbps (y yo navegué con uno de esos de 1994 a 1997, así que sé de lo que hablo). Cuando uno hablaba para quejarse los operadores se limitaban a decir que eso no era cierto y que si estaba lento era por la carga de youtube. ¿Huh? El razonamiento simplemente era absurdo, porque incluso los mismos videos de alta calidad en el mismo youtube cargaban a velocidad normal y hasta más rápida. Cablevisión tenía bloqueado la dirección de videos normales. Pero no me crean a mí, van unas ligas como muestra, unas tienen videos, porque una imagen en movimiento vale más que veinticuatro mil palabras por segundo:
Traffic Shaping Cablevisión - Foros de Byte
Pruebas contra Cablevisión - Expectáculos
Cablevisión limita y cierra puertos - Apestan
Prueba de que Cableaccess hace traffic shaping - Opinare blog
Sí, ahora ya desbloquearon youtube, pero ¿cómo sabes que no lo van a volver a hacer? Si para bloquear protocolos como el emule se inventan leyes que no existen. En serio:
¿Cablevisión me permite el "Peer to Peer" (P2P)?
El Peer to Peer consiste en una conexión directa entre dos PC/servidores que utilizan un Ancho de Banda constante y provoca que la optimización de recursos de la red se pierda. Actualmente esta conexión no está permitida en varios países, incluyendo México. Cablevisión te garantiza un Ancho de banda compartido, por medio del cual el usuario fijo puede subir y bajar archivos de manera legal mientras el usuario esté conectado.
El subrayado es mío. Creo que si hubieran pasado una ley prohibiendo el Peer to Peer, no sólo nos hubíeramos enterado, sino que seríamos los primeros países en legislarlo tan claramente. Eso ya sería un logro inaudito de nuestra cámara de diputados que no pueden ni legislar que no haya celulares (o televisión e internet por cable, ejem) dentro de los penales, menos aún sobre bloqueo de puertos en internet.
27.5.09
funny cat: llanta
Llanta es nuestra gatita, tiene como cinco meses o seis. Se llama así porque la encontramos debajo de una camioneta, justo en donde va la llanta de refacción.
Yo nunca había tenido un gato, y de hecho no me gustaban mucho, pero ahora veo por qué la gente los tiene y los quiere. Son fantásticos: siempre están haciendo algo inesperado. Como esto del video (los que lean esto en Facebook tendrán que entrar a "ver la nota original" a verlo). Aclaración: no es navidad, es hace unos días, en un periodo de limpieza.
21.5.09
en todas partes igual
Por fin se preguntaron si habría hombres en las estrellas. ¿Por qué no? y como la Creación es armónica, los habitantes de sirio debían de ser desmesuradamente grandes, los de Marte de talla mediana, los de Venus muy pequeños. A menos que sea en todas partes igual. Existen allá arriba comerciantes, gendarmes; los hombres trafican, pelean; los reyes son destronados.
Gustave Flaubert, Bouvard y Pécuchet, Barcelona: Tusquets, 1999, pág. 74.
20.5.09
La máquina del tiempo
I. Fracasos
Jaime llevaba muchos años tratando de echar a andar su máquina del tiempo. Sabía que le faltaba poco, a pesar de que las pruebas siempre eran fallidas. Una vez metió un libro al sistema y lo encontró tres meses después en Maruata, Michoacán. Otra vez metió un mensaje en una botella y se lo devolvieron pasados unos meses por correo, con fecha del envío en la máquina y sellos de las Filipinas.
II. ¡Funciona!
El meollo no era el tiempo, sino el espacio. Así, con un globo aerostático y mucha paciencia, Jaime logró hacer su primer experimento. Primero, envió al futuro un períódico (un día solamente); a la siguiente mañana echó a andar la máquina vacía, subió el globo, esperó unos minutos y lo bajó. Encontró el diario que había enviado el día anterior al futuro.
III. Apariciones
Entonces Jaime fabricó una máquina del tiempo con suficiente tamaño par albergar a tres o cuatro personas y envió al futuro (unas horas apenas) a su asistente. Cuál sería su sorpresa cuando al bajar el globo aerostático no sólo no lo halló vacío (cosa esperada puesto que el asistente habíase ido unas horas al futuro), sino que de la máquina bajaban cuatro personas completamente extrañas provenientes de diversos tiempos en el futuro.
IV. ¿Boleto?
Los viajantes no tardaron en explicarle que su máquina había tenido tal éxito que ahora había una fila larguísima de espera para viajar al pasado desde diversos momentos en el futuro. Tanta era la gente que ya esperaba el viaje (desde algún momento del tiempo) que si en ese instante Jaime hubiera querido procurarse un boleto, le habría tocado el número 123219004. Y eso que los boletos son, eran y serán caros.
V. Verbal
Jaime comprendió, comprende y comprenderá dos cosas: la primera es que sólo se puede viajar hasta el momento en el que echó a andar su máquina, no más atrás nunca, y que todo lo que va a ocurrir ya ha ocurrido y está ocurriendo. Así, cuando le tocara viajar por el tiempo a él, ello ya habría ocurrido, fuera la época que fuera a la que viajara, como si siempre hubiera estado ahí. En ese momento (y en todos, en realidad) Jaime se percató que viajar por el tiempo, entonces, carecía por completo de interés.
Jaime llevaba muchos años tratando de echar a andar su máquina del tiempo. Sabía que le faltaba poco, a pesar de que las pruebas siempre eran fallidas. Una vez metió un libro al sistema y lo encontró tres meses después en Maruata, Michoacán. Otra vez metió un mensaje en una botella y se lo devolvieron pasados unos meses por correo, con fecha del envío en la máquina y sellos de las Filipinas.
II. ¡Funciona!
El meollo no era el tiempo, sino el espacio. Así, con un globo aerostático y mucha paciencia, Jaime logró hacer su primer experimento. Primero, envió al futuro un períódico (un día solamente); a la siguiente mañana echó a andar la máquina vacía, subió el globo, esperó unos minutos y lo bajó. Encontró el diario que había enviado el día anterior al futuro.
III. Apariciones
Entonces Jaime fabricó una máquina del tiempo con suficiente tamaño par albergar a tres o cuatro personas y envió al futuro (unas horas apenas) a su asistente. Cuál sería su sorpresa cuando al bajar el globo aerostático no sólo no lo halló vacío (cosa esperada puesto que el asistente habíase ido unas horas al futuro), sino que de la máquina bajaban cuatro personas completamente extrañas provenientes de diversos tiempos en el futuro.
IV. ¿Boleto?
Los viajantes no tardaron en explicarle que su máquina había tenido tal éxito que ahora había una fila larguísima de espera para viajar al pasado desde diversos momentos en el futuro. Tanta era la gente que ya esperaba el viaje (desde algún momento del tiempo) que si en ese instante Jaime hubiera querido procurarse un boleto, le habría tocado el número 123219004. Y eso que los boletos son, eran y serán caros.
V. Verbal
Jaime comprendió, comprende y comprenderá dos cosas: la primera es que sólo se puede viajar hasta el momento en el que echó a andar su máquina, no más atrás nunca, y que todo lo que va a ocurrir ya ha ocurrido y está ocurriendo. Así, cuando le tocara viajar por el tiempo a él, ello ya habría ocurrido, fuera la época que fuera a la que viajara, como si siempre hubiera estado ahí. En ese momento (y en todos, en realidad) Jaime se percató que viajar por el tiempo, entonces, carecía por completo de interés.
13.5.09
discoteca de similares
He decidido empezar una mini serie musical aquí. ¿Qué tan mini? Igual y es sólo esta entrada. ¿En qué consiste? En encontrar similitudes entre canciones.
Por ejemplo: ¿A nadie le parece que Who's gonna ride your wild horses de U2 es en esencia (o sea, en fondo) casi igual a Quién te cantará de Mocedades? Lo más preocupante es, ¿cuál fue primero?
Por ejemplo: ¿A nadie le parece que Who's gonna ride your wild horses de U2 es en esencia (o sea, en fondo) casi igual a Quién te cantará de Mocedades? Lo más preocupante es, ¿cuál fue primero?
3.5.09
incentivos
Aviso: para incentivarme a escribir en mi blog he implementado unos cambios en él, la mayoría muy leves, pero sustanciales.
El primero es que le puse publicidad. Ni modo; lo hago porque espero me impulse a ver si ahora sí recibo más visitas. No creo estar haciendo mal, si pensamos que es muy poco invasiva, que se puede ignorar fácilmente y que mi blog llevaba ya cinco años y medio sin gota de publicidad.
El segundo cambio es que he puesto que todas mis entradas se vean en Facebook y Twitter automáticamente. Esto es un incentivo doble para escribir, al menos a mis ojos.
Tercero, he hecho sutiles cambios al código que significarán que el blog cargará mucho más rápido (se quedaba colgado con frecuencia).
Lo siguiente sería cambiarle el diseño, pero eso ya me da un poco más de flojera (sobre todo ya que este funciona bien).
El primero es que le puse publicidad. Ni modo; lo hago porque espero me impulse a ver si ahora sí recibo más visitas. No creo estar haciendo mal, si pensamos que es muy poco invasiva, que se puede ignorar fácilmente y que mi blog llevaba ya cinco años y medio sin gota de publicidad.
El segundo cambio es que he puesto que todas mis entradas se vean en Facebook y Twitter automáticamente. Esto es un incentivo doble para escribir, al menos a mis ojos.
Tercero, he hecho sutiles cambios al código que significarán que el blog cargará mucho más rápido (se quedaba colgado con frecuencia).
Lo siguiente sería cambiarle el diseño, pero eso ya me da un poco más de flojera (sobre todo ya que este funciona bien).
27.4.09
Sobre la influenza y Doce monos
Cuando se estrenó Doce monos tenía como 16 años y la fui a ver a un cine que ya no existe. Recuerdo que iba acompañado de la que entonces era mi novia y en realidad íbamos al cine a besarnos, más que a ver la cinta. Hasta ahí todo bien, sin embargo, y no me dejarán mentir aquellos que también sean cuatro ojos, ir al cine a besarse con la novia y ver la película cuando uno necesita anteojos es casi imposible. Así las cosas, como la película estaba realmente buena y estaba muy interesado en besar a la novia también, cada cinco minutos tenía que limpiar los vidrios de mis gafas para poder seguir la acción en pantalla.
Los que la han visto recordarán que hay una escena clave: cuando el padre del personaje que interpreta Brad Pitt está en su laboratorio y vemos por primera vez al científico loco que va a soltar el virus, que es uno de los trabajadores del lugar. Pues bien, justo tuve que limpiarme los lentes antes de esa escena y como consecuencia, cuando al final se revela la identidad del verdadero culpable, no supe de quién se trataba y me sentí engañado. De hecho, sólo hasta que la pude volver a ver años después entendí del todo qué era lo que había pasado.
En realidad lo que me ocurrió no es consecuencia de un problema de percepción, sino de un ejercicio de narrativa: la película no se trata de encontrar al verdadero culpable de la epidemia, sino de explicar la vida del personaje que interpreta Bruce Willis, explicar quién es el narrador (¿la voz que escucha en su cabeza?), y por qué es esencial su existencia para el mundo que lo rodea. ¿Cómo? Dejándonos ver que la confusión es inevitable si se vive circularmente como lo hace el personaje.
El que al final se explique de dónde salió el virus no es un problema de verosimilitud, sino de catársis: deja escapar la tensión de los espectadores, quienes en realidad no pueden "tornar las páginas" para volver a analizar un fragmento de la película y darse cuenta de qué era exactamente lo que estaba pasando. El texto subyacente, lo que en verdad es valioso de la película, puede perfectamente prescindir de la explicación apocalíptica y estoy seguro de que esa era la intención original. También puedo entender las razones por las que no se haya hecho de ese modo: la desazón causada por un final así puede ser tan angustiosa como la causada por una verdadera epidemia.
Y es que las verdaderas epidemias no tienen sentido, ni causante único. Por eso Doce monos trata de todo menos de doce monos. Las catástrofes, aún las ficticias, son como el colapso de la economía, ¿a quién echarle la culpa? Claro que siempre habrá chivos expiatorios, y esas pequeñas catarsis resuelven las tensiones de la angustia y la histeria colectiva poco a poco, aunque la enfermedad no sea paliada, como sucedía con las brujas y los gatos durante la peste negra. No obstante, y a pesar de que la muerte y destrucción estén rampantes, son las experiencias creadas en torno a la catástrofe lo que en verdad permanece. Recordemos, si no, el Decamerón, el teatro isabelino.
¿Acabará la influenza porcina con nuestra civilización tal como ocurre en Doce monos? ¿Se expandirá como una ruta de vuelo: "Woooo-eeee. San Francisco, New Orleans, Rio de Janeiro, Rome, Kinshasa, Karachi, Bangkok, Peking! That's some trip you're taking, sir. All in one week!"? Las probabilidades son muy pocas, cierto, pero con menos probabilidades todos los días cientos de millones de personas compran billetes de lotería. Así que ya saben: si por estos días aparece un hombre que dice que viene del futuro y que hay que quemar las granjas de cerdos y los bancos, no lo tachen de loco tan rápido: puede ser Bruce Willis.
Los que la han visto recordarán que hay una escena clave: cuando el padre del personaje que interpreta Brad Pitt está en su laboratorio y vemos por primera vez al científico loco que va a soltar el virus, que es uno de los trabajadores del lugar. Pues bien, justo tuve que limpiarme los lentes antes de esa escena y como consecuencia, cuando al final se revela la identidad del verdadero culpable, no supe de quién se trataba y me sentí engañado. De hecho, sólo hasta que la pude volver a ver años después entendí del todo qué era lo que había pasado.
En realidad lo que me ocurrió no es consecuencia de un problema de percepción, sino de un ejercicio de narrativa: la película no se trata de encontrar al verdadero culpable de la epidemia, sino de explicar la vida del personaje que interpreta Bruce Willis, explicar quién es el narrador (¿la voz que escucha en su cabeza?), y por qué es esencial su existencia para el mundo que lo rodea. ¿Cómo? Dejándonos ver que la confusión es inevitable si se vive circularmente como lo hace el personaje.
El que al final se explique de dónde salió el virus no es un problema de verosimilitud, sino de catársis: deja escapar la tensión de los espectadores, quienes en realidad no pueden "tornar las páginas" para volver a analizar un fragmento de la película y darse cuenta de qué era exactamente lo que estaba pasando. El texto subyacente, lo que en verdad es valioso de la película, puede perfectamente prescindir de la explicación apocalíptica y estoy seguro de que esa era la intención original. También puedo entender las razones por las que no se haya hecho de ese modo: la desazón causada por un final así puede ser tan angustiosa como la causada por una verdadera epidemia.
Y es que las verdaderas epidemias no tienen sentido, ni causante único. Por eso Doce monos trata de todo menos de doce monos. Las catástrofes, aún las ficticias, son como el colapso de la economía, ¿a quién echarle la culpa? Claro que siempre habrá chivos expiatorios, y esas pequeñas catarsis resuelven las tensiones de la angustia y la histeria colectiva poco a poco, aunque la enfermedad no sea paliada, como sucedía con las brujas y los gatos durante la peste negra. No obstante, y a pesar de que la muerte y destrucción estén rampantes, son las experiencias creadas en torno a la catástrofe lo que en verdad permanece. Recordemos, si no, el Decamerón, el teatro isabelino.
¿Acabará la influenza porcina con nuestra civilización tal como ocurre en Doce monos? ¿Se expandirá como una ruta de vuelo: "Woooo-eeee. San Francisco, New Orleans, Rio de Janeiro, Rome, Kinshasa, Karachi, Bangkok, Peking! That's some trip you're taking, sir. All in one week!"? Las probabilidades son muy pocas, cierto, pero con menos probabilidades todos los días cientos de millones de personas compran billetes de lotería. Así que ya saben: si por estos días aparece un hombre que dice que viene del futuro y que hay que quemar las granjas de cerdos y los bancos, no lo tachen de loco tan rápido: puede ser Bruce Willis.
22.4.09
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