Tengo ganas de regresar caminando a mi casa.
Este deseo se vulelve especialmente difícil en la situación en la que estoy mientras lo escribo: sin zapatos, en pij(y)ama, en mi casa.
A veces también me da por comer cuando ya estoy satisfecho.
O por querer subirme a los techos cuando sé que sufro de vértigo.
Me dan ganas de no estar donde estoy.
Me dan ganas de no hacer nada.
Pero no hacer nada es hacer algo: nada (no existen los dobles negativos...).
El caso es que tengo ganas de que todo sea como solía ser, pero igual a como es ahora, sólo que mejor pero más sencillo.
¿Incomprensible?
Yo no puse las reglas...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario