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7.3.04

recuento editorial de la semana

Pues bien, el domingo pasado Ome se fue a dormir pensando que no podía deguir esperando a que el espíritu santo bajara y le concediera la gracia divina de publicar su libro, así que el lunes despertó dispuesto a ir (como hijo de vecino, dijo su papá), a las editoriales que tienen representación e interés literario en esta la ciudad del fin del mundo.
Sin embargo el lunes Ome no pudo hacer nada puesto que su día empieza a las 7 (am) y termina como a las 9 (pm), así que lo postergó para el día siguiente.
Dicho martes muy temprano, nuestro protagonista encontrábase ya en una papelería de la era post-atómica, sacando un número infame de copias para despés cortar el papel y engargolarlo (un proceso tardado pero mucho más barato que la simple impresión). No debió haber tardado tanto, pero sólo hacer las copias del libro le llevó más de dos horas.
Una vez con bastante dinero menos y con los artículos a entregar en una bolsa de plástico, Ome se encaminó a las eidtoriales. La primera que visitó fue una transnacional, trans-hispana más bien, cuyo nombre no mencionaré pero que identificaremos como "A-1". Pues bien, en A-1, que tienen un edificio para la editorial solamente, Ome se acercó a la recepcionista:
- Disculpe, ¿tienen departamento de recepción de originales para su dictamen?
- ¿Mande?
- Que si reciben originales para dictaminarlos para su publicación.
- ¿Tienes cita con alguien?
- No, solamente quiero dejar mi libro para que lo metan al proceso de dictámenes para ver si lo publican o no.
- Es que necesitas cita...
- Pues no tengo cita, ¿no puedo dejarlo con nadie? ¿No hay una persona encargada de eso? No puede ser...
- A ver, espera, voy a llamar a alguien...
Esperé cinco minutos. Por una puerta lateral salió una señora muy atenta que me explicó que la encargada de la recepción de originales sólo lo hacía bajo cita y que en ese momento estaba ocupada. Yo le aclaré que sólo quería dejar el libro, que ya me había dado cuenta de que sólo publicaban lo que pedían para publicar y que no tenía cita. Me miró con cara de darse por vencida y sacó una hoja, donde empezó a apuntar los datos de la persona que se supone recibía los originales. Sin embargo, en ese mismo momento se detuvo y me dijo, "es ella", dicho lo cual, desapareció. Con la segunda mujer en cuestión tuve la siguiente conversación:
- ¿Tú eres el chavo que quiere dejar su libro para dictamen?
- Sí, mira, te lo doy.
- (Después de hojearlo un poco) ¿Son cuentos?
- Sí, 17.
- ¿Son infantiles? Es decir, ¿para qué rango de edad son? Porque tenemos la rama infantil de la editorial y la juvenil, que va de los 12 a los 18. No en autores, sino en textos.
- No, pues... nunca lo había pensado, es simplemente literatura, me imagino que cualquiera puede leerlos... es decir, no están enfocados a una edad en específico.
- ¿Literatura, eh...?
- (Lo dijo con tanto sarcasmo que tuve ganas de decirle que estaba a punto de ser licenciado en exactamente eso, literatura, pero no dije más que:) Sí...
- Mira, te voy a ser sincera, me pones en un dilema porque lo más probable sea que no publiquemos tu libro: con autores nuevos estamos buscando novelas y no cuentos, de hecho ahorita tenemos una convocatoria para...
- No, no escribo novelas.
- Bueno, eso, y para libros de cuentos por ahora sólo estamos publicando en la rama infantil y juvenil... así que está muy difícil que hagamos algo con tu libro...
- Ya...
- No sé, mira, si quieres te lo regreso y te lo llevas a otro lado...
- No, mira, esa copia es para esta editorial, así que si no te molesta te lo voy a dejar de todas formas. No pierdo nada, creo...
- No, no pierdes nada.
- Al menos, si tienes tiempo, leelo tú.
- No, yo no leo los dictámenes, pero de todas formas...
Apenas un par de minutos después, Ome estaba en la calle con la sensación de que lo habían tratado como un autor de poemas cursis, es decir, inmisericordemente. Sin embargo, decidió encaminarse a la siguiente editorial, al siguiente monstruo editorial, al que llamaremos "Imperio". Pues bien, Imperio está en un edificio inaccesible al humano mortal común, en un onceavo piso. La recepcionista me recibió con la peor cara del mundo, y todo fue peor cuando le dije que venía a dejar un libro para su dictamen. Sin embargo, la persona que me atendió después de 5 minutos fue muy formal, mecánica, tomó mi libro, me hizo un recibo y me dijo que si no me habían hablado en tres meses que llamara para recoger mi ejemplar antes de que lo desecharan. Ome salió de ahí con la sensación de estarle vendiendo el alma al diablo...
La siguiente editorial fue una a la que llamaremos "Local". Pues bien, en Local Ome se sintió en otra dimensión: nada que ver con las oficinas de la era espacial de Imperio; Local es una casita perdida en una colonia bonita y turística al sur de este monstruo de ciudad, donde en el mismo espacio trabajan los editores y tienen la bodega. La señorita que me atendió fue de lo más amable, sólo que al momento de darme el recibo por el libro me dijo que el dictamen tardaba aproximadamente 6 meses. Ome salió de Local con la sensación de que el tiempo pasaba por encima de él...
Así que Ome se encaminó a la cuarta editorial que tenía pensado visitar ese día, pero, oh sorpresa, no la encontró. Visitó las 3 direcciones posibles en las que le habían dicho que debía estar y nada, así que eso se vio frustrado también...
Las consecuencias de ese martes fueron que Ome se atrasó muchísimo en todo lo demás que tenía que hacer (incluyendo su blog) y que hasta ayer tuvo que ver y visitar mil cosas. Además, el jueves cumplió meses con Cons y no era cuestión de dejarlo de celebrar. Aunque la verdad es que el jueves fue un día muy muy raro también...

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