# 6
Manu Chao -- Clandestino
Este disco de Manu Chao es simplemente, universalmente divertido, pegajoso (en el buen sentido de la palabra) y musicalmente constante.
Manu no sólo creó en este disco canciones significativas, y tracks imperecederos, sino que además lo combinó con una ritmo y una necesidad sonora que a casi todo el que lo escucha agrada. Sí, podrán decir que musicalemente es muy repetitivo, que es poco inventivo en sus letras o en sus ritmos, que no tiene ni siquiera una buena voz.
Pero hay algo más allá detrás de el Clandestino que la simple combinación de música con letras: no se trata de trova, sin embargo halgo hay de protesta en él; no se trata de ritmo puro, sin embargo hay mucho de fiesta en él; no se trata de un manifiesto, sin embargo sí hay algo que incita a gritar y bailar y querer cambiar las cosas. O al menos a mover el pie.
Mexicano, peruano, boliviano, argelino, clandestino...
A mí, lo de Manu Chao simplemente me gusta mucho, y sé que no estoy solo. Este disco, además, me trae memorias muy buenas, y sigue construyendo recuerdos a medida que lo escucho. Y además apela a una sensación de unidad entre países menos desarrollados, de exportación de sensaciones, de ir por el suelo y aún así seguirlo intentando, de una mezcla de tres lenguajes (español, inglés, francés, y en este disco portugués) que hablan de una trasculturación sin pena, de una necesidad de seguir divirtiéndote y teniendo tus raices aunque seas de Colombia y vivas en Nueva York, o de Chiapas y vivas en París.
Manu apela al lado amable de la globalización, al lado sincero, a la parte que a todos gusta. Y si no, que hable su poder de convocatoria: 150,000 personas cantando y bailando al mismo tiempo no lo hace cualquiera, y yo lo vi.
Creo que no hace falta agregar nada más sobre Manu Chao, excepto preguntar: ¿dónde estás? ¿de dónde vienes? ¿a dónde vas? ¿para cuándo el próximo disco? ¿te llaman el desaparecido, que cuando llega ya se ha ido...?
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